Ciclon Liza – Hurricane Liza devastates La Paz – fotos tomadas el 2 de octubre de 1976 y publicada en Los Angeles Times
Oct. 2, 1976: Area of La Paz shantytown flattened by wall of water and mud during Hurricane Liza.
Around midnight on Sept. 30, 1976, Category 4 Hurricane Liza slammed into La Paz in Baja California Sur, Mexico.
Staff writer Patt Morrison reported in the Oct. 3, 1976, Los Angeles Times:
LA PAZ, Mex.––Only 24 hours after
Hurricane Liza stormed through the dirt streets of the city, La Paz was
burying its dead and beginning to rebuild itself.
By Saturday, rescue crews digging under
mud-buried cars and rain-torn shacks had found hundreds of bodies,
bringing the death toll to more than 650, and one government official
said he feared it would rise to 1,000.
Saturday, La Paz was a city without
adequate fresh water or gasoline, without electricity or telephones, and
the first wave of relief–medicines, food, shelters–had still not shaken
the city out of its shock.
The floodwater that tore through three of
the Baja California city’s poor communities near midnight Thursday
wiped out entire neighborhoods of flimsy cardboard, palm fond and
tarpaper shacks, built in a wide, dry riverbed that had not run for
years, below a low earthen dam that had withstood the weather before.
But the estimated 6 inches of rainfall
that rolled off hillsides and made rivers where there had been none
broke through the Porvenir (“future”) dam and swept through the
shantytown, leaving thousands homeless and obliterating any trace of the
settlement…
More than 400 died in La Paz, and 20,000
were left homeless. Hurricane Liza is considered the worse natural
disaster to hit Baja California Sur.
These three photos by retired staff photographer John Malmin were published Oct. 3, 1976. The photo above was Page 1 lead art.
Oct. 2, 1976: Car rests on top of second in aftermath of
Hurricane Liza that lashed La Paz, Mexico. Credit: John Malmin / Los
Angeles Times
Oct. 2, 1976: Young man hangs his head in La Paz street outside
federal housing project that was extensively damaged by Hurricane Liza.
Credit: John Malmin / Los Angeles Times
El Ciclón Liza enlutó miles de hogares en La Paz B.C.S. . . . . . . . . . . el dia 30 de Septiembre de 1976 hace 38 años
El ciclón Liza enlutó miles de hogares en La Paz Baja California Sur en 1976.
La noche del 30 de septiembre de 1976 el ciclón Liza de categoría 4
golpeó a La Paz, hubiera sido un ciclón mas pero el gobierno estatal
había mal construido una represa que llevaba el nombre del “Cajoncito”
que no soportó el caudal y literalmente reventó, muchas familias recién
llegadas habían asentado sus viviendas en los cursos de los arroyos
secos, “El Cajoncito” fue uno de esos lechos de arroyos que fueron
poblados por razones políticas, el arroyo entra a la ciudad por un
costado del cerro Atravesado justo donde termina la calle 5 de Mayo y
atraviesa toda la zona nueva de camino al mar, pasa al costado del
centro comercial ubicado en Forjadores y Colosio, mismo centro donde
están ubicados los cines, se dice que cuando estaban excavando para
construir ese centro comercial aparecieron muchos esqueletos que
pertenecían a desaparecidos de cuando se desbordó el arroyo.
En su tiempo el gobierno estatal reconoció 500 y pico de muertes
cifra que mas o menos coincide con el número de cadáveres que fueron
identificados, los muertos fueron llevados al viejo estadio de béisbol
para su identificación y después fueron sepultados en inmensas fosas
comunes al fondo del panteón de los sanjuanes. Solo algunos pocos
descansan en tumbas familiares.
La imagen muestra algo que parece ser una jardinera, no se engañe es
una fosa común de las seis que existen y cada una mide aproximadamente
100 metros de largo, ahí descansan los restos de las víctimas que
pudieron recibir cristiana sepultura . . . muchos quedaron sepultados
por el lodo a lo largo del arroyo y otros muchos fueron a dar al mar,
algunos fueron sacados con redes de la bahia, otros de entre los
manglares de Paz, hasta se llego a comentar que algunos llegaron hasta
las islas cercanas y aun en este tiempo han encontrado algunos en las
nuevas construcciones que se han estado haciendo en las partes cercanas
a donde llego el cause del arroyo.
Nunca se sabrá cuántas personas fallecieron la noche del 30 de
septiembre de 1976. El periodista e investigador Elino Villanueva
González en su libro “El Ciclón Liza” editado por la UABCS cita entre
2,000 y 5,000 el número de víctimas.
COLONIA INFONAVIT DONDE QUEDARON
MUCHOS CUERPOS ENTRE LOS ESCOBROS
EL AGUA NO RESPETO LAS CASAS BIEN CONSTRUIDAS MUCHO MENOS
A LAS CASAS DE CARTON Y MADERA.
COL. INFONAVIT EN 1976 DESPUES DEL CICLON LIZA
DENTRO DE ESTA CAMIONETA SE ENCONTRO A UNA FAMILIA COMPLETA
JOVEN DE 16 AÑOS ENCONTRADO ENTRE LAS RAMAS, Y ESCOMBROS
ARRASTRADOS POR LA CORRIENTE
JOVEN SORPRENDIDA DENTRO DE SU CASA
MUJER EMBARAZADA QUE MURIO DENTRO DE CASA
PERRO LLORA A SU AMO MUERTO
MIEMBROS DEL EJERCITO MEXICANO RECUPERANDO CUERPOS
AUTOS ARRASTRADOS POR LA CORRIENTE
EL ARROYO DEL CAJONCITO CAUSANTE DE ESTA TRAGEDIA Y DEL BORDO MAL CONSTRUIDO LEA MI HISTORIA
“YO SOBREVIVI AL CICLON LIZA”
Mi historia comienza el 30 de Septiembre de 1976
recuerdo que ese dia me levante muy tamprano para irme a trabajar con mi
padrastro con quien estaba trabajando practicamente desde que habia
llegado a esta ciudad, ya tenia un año trabajando con el en la
construccion, yo llegue a La Paz, en el mes de agosto del 1975, cuando tenia 14 años en el
barco que se hundio frente a la Isla del Espiritu Santo “El Salvatierra”
que segun lei en algun libro estaba construido con cemento y metal.
Recuerdo que ese dia me fui con mi padrastro a terminar el emplastado de unos locales que habiamos construido frente al cuartel militar, el me dejo ahí junto con otro Señor que creo que se llamaba Valentin, ya estabamos por acabar cuando el me dijo que el dueño decia que dejaramos de trabajar y que nos fueramos para nuestras casas por que el Ciclon si iba a llegar, asi lo hicimos limpiamos todas las herramientas y las guardamos ya para esto creo yo que eran como las 10:30 de la mañana, terminamos nos despedimos y como el andaba en bicicleta se fue en ella y yo acostumbrado a caminar me fui caminando.
Pues bien no habia caminado ni cinco cuadras cuando empezaron a caer las primeras gotas de agua, me apresure a llegar a la casa pero para cuando llegue ya iba todo mojado, sin cambiarrne de ropa, llegue y salude a mi mama que estaba atendiendo al niño mas chico, y le dije que el ciclón ya iba a llegar y me puse a tapar las ventanas y la puerta lo mejor que pude, la puerta le clave una cobija gruesa y le puse unas piedras grandes y unos blocks para que soportaran las fuerza del viento que para ese entonces ya eran bien fuertes y tenia que acomodarla a cada rato, asi estuvimos como hasta las 3 o 4 de la tarde no recuerdo la hora creo que fue a esa hora que se calmo un poco todo y sali a acomodar las cosas.
Mi padrastro llego en una camioneta aprovechando ese momento de calma para llevarnos a un refugio que estaba ubicado en el cuartel pero en eso todo empezo de nuevo lluvia y viento y cada vez mas fuerte que antes, sin tomar nada de la casa unicamente unas cobijas para cubrir a los niños nos subimos y ahi vamos por las calles llenas de arroyos que no se podia circular ni ver por los parabrisas ya que no se daban abasto de tanta agua que caia, habia momentos que no se veia por donde ibamos, nos atascamos muchas veces hasta que un techo de una casa cayo frente a la camioneta y entonces se decidio que mejor nos regresariamos a la casa y asi lo hicimos.
nos regresamos atascandonos en el lodo y los arroyos, ademas de las laminas que se hacian rollito y pegaban contra la camioneta y objetos que hasta parecian piedras grandes las que golpeaban los costados de la camioneta, varias veces puedo decir que cargamos la camioneta para sacarla de los arroyos que cada vez parecian mas grandes hasta que por fin llegamos creo yo que pasamos unas dos horas en regresar ya serian como las seis cuando antes de bajarnos de la camioneta el compadre de mi mama fue y nos dijo que nos fueramos con ellos porque su casa era de material y tenia techo de colado, practicamente era un buen refugio para nosotros y las otras 4 familias que ya estaban alli,
nos sentimos comodos tomando cafe y platicando, estabamos seguros en esa casa, se sentia un buen animo y todo lo que habiamos pasado ya era cosa del pasado, ya se platicaba de como eran los lugares de donde cada uno venia porque todos veniamos de otros estados a trabajar aqui ya que creiamos que aqui era como ir a estados unidos a ganar dolares, porque era zona fronteriza y habia mucho turismo y todo se pagaba y compraba en dolares asi transcurrieron unas 3 horas mas hasta que escuchamos un ruido muy diferente al ruido del viento y el agua que azotaban las paredes y el techo se escucho un ruido sordo y un pequeño temblor que poco a poco se fue acercando a nosotros hasta que un muchacho como de mi edad dijo que ya era hora de regresarse a su casa porque el habia ido unicamente a acompañarnos un rato
y asi lo hizo salio por la puerta pero no tardo ni unos diez minutos cuando volvio a tocar la puerta diciendo que no habia podido pasar el arroyo que ya la corriente estaba muy fuerte ya para entonces el agua se estaba metiendo por la abajo de las puertas que habian puesto cobijas para tratar de detenerla pero era inutil hasta que oimos como la pared de un cuarto que se encontraba vacio cedio ante la fuerza del agua y se vino abajo, escuchamos como el agua golpeba la pared del segundo cuarto donde ya lo habiamos dejado cerrando las puertas y atracandolas con los muebles tratando de detener la fuerza del agua del otro cuarto que habiamos dejado
hasta que sentimos que no iba aguantar entonces nos dijo el señor que nos metieramos en la casa rodante que estaba afuera y asi los hicimos todos no metimos en el camper al parecer todos los escombros y madera de las casas que la corriente ya habia destruido de alguna forma habian formado una isla que nos protegia como un barrera donde chocaba el agua y la desviaba por los lados hasta que llego un momento que sentimos como las piedras y escombros de las paredes que ya habia tumbando y que arrastaba la corriente del agua golpeaban abajo de nosotros, uno de los señores que estaba con nostros dijo que escuchaba un niño que lloraba abajo de camper y salio junto con mi padrastro a buscarlo fue entonces cuando la ultima pared cedio a la fuerza del agua cayendo sobre el camper y volcandolo, escuchamos como el sr. que habia salido ha buscar el niño era aplastado por el camper y por logica pensamos que a mi padrastro tambien le habia pasado lo mismo,
pero despues el me platico unos dias despues como el se salvo cuando el camper se volteo el agua provoco una gran ola que lo encaramo arriba de un cardon que estaba enfrente de nosotros y alli estuvo agarrado varias horas hasta que el agua del arroyo bajo y lo pudieron bajar de alli y me mostro como aun tenia una gran cantidad de espinas encajadas dentro del cuerpo que estaban esperando los doctores que le cuerpo las arrojara solo, me menciono que el vio todo lo que paso despues de eso y observo como todos los que ibamos sacando del camper el agua se los llevada hasta vio como el otro muchacho y yo quedamos unicamente arriba del camper hasta que el agua lo hizo flotar y como una ola grande nos cubrio y nos arrojo a la corriente, bien regreso hasta el momento en que el camper volco, en ese momento lo primero que se nos ocurrio a todos fue encomendarnos a Dios y sacar a las mujeres y a los niños primero y asi lo hicimos sacamos a cada uno a empujones y como pudimos los subimos por la puerta que habia quedado en el techo pero asi como iban saliendo asi tambien el agua se los llevaba ya que no habia de donde sostenerse, para cuando nos toco salir a nosotros primero por intuicion ayude primero a salir al muchacho porque el era mas grande y alcanzaba mas bien lo alto de la puerta y no lo pense hasta despues de muchos años que mi logica fue la correcta porque como yo pesaba menos fue para el mas facil levantarme y ayudarme a subir al camper alli estuvimos aferrados a la puerta del camper para donde voltearamos a ver habia agua podiamos ver el reflejo del agua como si estuvieramos en el mar no podiamos mirar donde empezaba o donde terminaba era un mar de agua, a pesar de estar obscuro se podian ver las siluetas de las cosas como si hubiera luz de luna, creo que alli permanecimos como unos veinte minutos hasta que sentimos como nuestra pequeña isla se empezo a mover y a flotar como cuando la corriente trae mas agua,
en ese momento escuche el llanto de un bebe y lo alcance a distinguir entre las tablas y sin pensarlo baje por el, el muchacho me ayudo a subir otra vez recuerdo que cuando pisaba las tablas sentia como estas ya estaban flotando en el agua porque senti como si estuviera pisando sobre un colchon y siempre con el temor de hundirme todo lo hice en un tiempo de cuestion de segundos que se coordinaron con los del muchacho y como si cada quien supiera lo que tenia que hacer lo hicimos brinque tome y subi del braso que el me tendio sin pensarlo por la cuestion del momento si se soltaba caia al agua y el deber humano de ayudarme a intentar de salvar a ese niño aunque fue un intento vano ya que ni bien termine de agarrame con una mano a la puerta del camper cuando una ola grande de agua nos cubrio totalmente y cuando ya paso no tenia ni al niño que era mi hermanito, ni al muchacho a los dos se los habia llevado la corriente, ya antes de eso le habia dicho al muchacho que tomara una tabla de entre los escombros para usarla como flotador, y como el no se decidia a hacerlo yo le di una antes de bajar por el niño no se si por ayudarme la haya soltado o que paso, despues de eso ya me senti solo y hasta que otra ola paso por encima de mi y ya no pude sosterme senti como las yemas de mis dedos se desprendia en un intento fallido de no soltarme pero de pronto ya estaba en el agua sambullendome, saliendo, sambullendome y saliendo asi estuve hasta que no supe como logre asirme a un pedazo de barrote de madera que paso cerca de mi, con eso logre mantenerme un poco mas de tiempo a flote hasta que en la penumbra empece a distinguir la punta de unos postes de cerco de puas, dentro de mi pensaba que si el agua me hacia pasar por ahi ese seria mi final a como me acercaba trataba de mantenerme en una posicion lo mas horizontal que pudiera para tratar de pasar como si fuera una tabla por entre los alambres pero cuando ya pasaba , pensaba por lo menos me libre de una mas,
una de la veces mire los postes de alta tension y miraba como la corriente me llevaba hacia ellos, en una ocasion me acerco tanto la corriente que intente subirme a uno pero frente a ellos se formaba una bolsa de aire que no me permitio ni siquiera estrellarme con la base de cemento de estos, asi segui en algunas ocasiones que iba flotando ya sin la madera sentia como las grandes piedras que el agua llevaba arrastrando pasaban por debajo de mi sin tocarme senti como me rosaban las piernas pero ninguna me toco gracias a Dios. hubo ocasiones en que le agua era tan bajita que intente pararme y algunas veces que lograba hacerlo, la corriente del agua hacia que la arena desapareciera debajo de mis plantas de los pies y volviera a caer lo intente muchas veces pero no podia mantenerme de pie hasta que ya no volvi a intentarlo,
deje que el agua me chocara la espalda y asi me impulsaba a mucha velocidad durante grandes tramos hasta que volvia a caer en partes profundas y otra vez a sambullirme y tratar de mantenerme a flote en las aguas turbulentas de este mar de agua corriente, recuerdo que en cuando el agua me empujaba dandome en la espalda senti el piso mas duro que la arena donde ya tenia un rato flotando practicamente sentado y asi iba acercandome aun sitio donde alcance a distinguir un ruido muy diferente al de el agua corriendo escuchaba un gran caida de agua, y mi mente inmediatamente se imagino que adelante habia una cascada porque en chihuahua ya habia escuchado varias veces ese ruido, asi como mi temor de quedar enredado en un cerco de alambre se debia a que ya habia visto en chihuahua como las vacas morian cuando eran arrastradas por los arroyos y quedaban atoradas entre los alambres y ahi me imaginaba que quedaria si me atrapara algun cerco, asi que al escuchar el agua borbotear a pocos metros donde irremediablemente caeria y tal vez perderia la conciencia con la caida o terminaria con golpes graves y huesos rotos ese era mi miedo en ese momento,
pero no podia hacer nada asi que me prepare mentalmente para recibir lo que pasara y cuando ya iba de caida de pronto senti un fuerte frenon en la caida quede cubierto por el agua por del lado contrario a la corriente mis piernas recibian los chorros de agua asi que no podia enderezarme para tomar aire y asi estuve unos momentos hasta que por inercia trate de safarme de los que me tenia detenido y alcance a agarrame en un momento que pude tomar aire y doblarme en una lucha constante contra la corriente del arroyo y asirme de de la raiz de un pequeño arbol que tambien luchaba contra la corriente y que habia atrapado parte de los hilachos que aun conservada del pantalon estos se habian enredado en su raiz evitando que yo siguiera en el curso del arroyo asi que como pude busque la forma de enderesarme hasta que lo logre y pude sentir nuevamente piso firme aunque sentia como este se estaba debilitando tanto por mi peso como el del agua que desgastaba rapidamente esa pequeña isla asi que me agarre del pequeño pero resistente troco del arbolito y ahi permaneci un rato, mirando entre los reflejos del agua como una gran cantidad de gente pasaba cerca de mi y caian en donde yo deberia de haber caido en algunas ocasiones alcance a ver como algunos estiraban los brasos para que les ayudara pero en mi situacion no podia hacer nada ya que quedaban fuera de mi alcance y tambien porque yo estaba dentro del agua con el agua a la altura del pecho sin poderme mover, recuerdo que poco a poco empece a distinguir los sonidos diferentes al agua cayendo y corriendo hasta que distingui que alguen me gritaba desde las casas de infonavit que aguantara que ya me iban a ayudar, busque de donde me gritaban y localice a una persona que apuntaba la luz de su lampara hacia donde yo estaba y sentia que este me gritaba a mi, entonces reaccione y le grite pidiendo sus ayuda pero creo que el no me escuchaba porque tambien dirigia la luz hacia una gran pared que se encontraba frente a mi pasando la calle hoy forjadores y miraba como habia mucha gente protegiendose con un edificio de pared blanca y se distinguian las siluetas de la gente moviendose de una lado a otro pero por ambos lados salia el arroyo y no los dejaba moverse, despues volvia nuevamente conmigo y ya le escuchaba mas clarito que me decia que ya iban por mi, pero no miraba que el se acercara a donde yo estaba, cuando de pronto escuche que a unos 30 metros alguien me decia yo te voy a ayudar aguanta un poco mas . . . entonces ya distingui la silueta de alguine que se acercaba agarrandose de unos juegos que parecian unos columpios o resbaladillas hasta que se aproximo lo suficiente para estirar su brazo y decirme que lo sujetara fuerte y que no me soltara y asi lo hice el dio un tiron y yo me solte de arbolito y me acerque a el que me dijo camina cerca y detras de mi y pisa donde yo piso y asi lo hice lo segui hasta que logramos llegar hasta la banqueta que esta enfrente de la colonia infonavit donde ahora hay un muro de piedra y empezamos a caminar por ahi hacia la calle sinaloa, recuerdo que mientras ibamos llegando a la calle jalisco nos encontramas a un sr. dentro de una jaula que ponian para proteger las tomas de agua y le dijimos que se saliera de alli y se fuera con nosotros porque si el agua volvia a subir el se ahogaria estando ahi adentro pero el no quiso y se metio mas dentro de esta jaula, nosotros seguimos hasta que agarramos la antigua carretera al sur caminando por la orilla de la gran fila de carros que habian quedao atrapados entre la calle sinaloa y la calle colima, todos nos miraban asombrados pero nadie se acerco ni pregunto nada sencillamente al vernos llenos de harapos, lodo, y semidesnudos se hacian a un lado para que pasaramos, tal ves fuimos los primeros que ellos miraban de los que habiamos logrado salir de las fuertes corrientes desbordadas y furiosas de un caudal de agua incontenible tal ves hasta el dia siguiente se enteraron de la magnitud de la tragedia que La ciudad de La Paz acaba de vivir, tal ves en esos momentos mucha gente aun se encontraba flotando viva o muerta en la bahia de la paz, caminamos hasta llegar a la calle sinaloa esquina con la hoy forjadores donde hicimos el intento de pasar pero no pudimos ya que la corriente era muy fuerte asi que nos sentamos pegados a la pared a esperar que bajara el nivel del agua para poder pasar, ahi estuvimos un buen rato hasta que una sra. salio de la casa que aun esta ahi y nos invito a pasar a su casa y nos dijo que en la casa ya habia mucha gente pero que podiamos quedarnos en uno de los carros y nos abrio la puerta de uno de ellos mientras fue y nos preparo un te caliente. fue cuando ya estabamos dentro del carro cuando se prendio la luz interior cuando me di cuenta que el muchacho que me habia ayudado era el mismo que estaba junto con nosotros en la casa pero no volvimos a hablar despues desde que el me dijo que lo siguiera, ya dentro del carro note que el se frotaba su mano derecha y tambien vi como su dedo menique le colgaba y lo unico que lo unia a su mano era un pedazo de piel, hasta ese momento el no se habia dado cuenta de eso, cuando la sra. nos trajo el te le pedi si tenia unas tijeras y la sra sin preguntar nada fue y me las trajo y con ellas le corte el pedazo de piel, le envolvi su dedo en un paño que encontre en el asiento y se lo puse en sus mano, el apreto sus dedo ya despues de eso me quede dormido, cuando volvi a despertar el ya no estaba, entonces sali del carro y de la casa ya el arroyo de la calle sinaloa no estaba corriendo, empece a caminar pero como a unas dos cuadras aun se escuchaba el rumor del agua del arroyo corriendo, cuando de pronto unos soldados me detuvieron y me preguntaban que estaba haciendo yo ahi que era muy peligroso por lo del el arroyo les dije que yo habia salido del el, ahi fue donde empece a ver los primeros muertos revueltos entre los escombros, tablas, madera, ramas muebles y todo lo que estaba en la orilla del arroyo, unos sacaban un brazo o una pierna de algunos se miraba su espalada la cabeza y piernas estaban dentro de la basura ya los soldados estaban separando los cuerpos tenian ya ha algunos con uniforme y al parecer estaban separando nada mas los de ellos, asi que uno de los soldados me llevo con el que tenia mayor rango que el y le comento que yo habia salido vivo del agua, el le dijo que me subiera a un jeep y que me llevara a una escuela que era un albergue y asi lo hizo me subio y me llevo a una escuela que no recuerdo cual era pero si recuerdo que por donde iba el jeep en algunas partes el agua casi le tapaba las llantas, el soldado me dejo en la escuela recomendandole a la persona que estaba a cargo que no me perdiera de vista y asi lo hiso me trajo una cobija y me acomodo en uno de los salones donde mire por la ventana como el agua corria con mucha fuerza por los costados de esta y ahi me volvi a quedar dormido hasta que ya casi amaneciendo alguien me desperto preguntandome si estaba yo herido, le enseñe mis manos y me dijo que me subiera al camion que nos llevarian al hospital para que nos checaran, subieron gente con grandes golpes en la cabeza, algunos con las piernas y brazos muy golpeados otros aun inconcientes y asi nos fuimos, llegamos al hospital y alli permaneci varias horas hasta que un doctor me pregunto que si que tenia le mencione que mis dedos no tenian la piel y tenia un golpe en la parte baja del estomago, me reviso y me dijo que no tenia nada, me lavo las manos con agua oxigenada, dijo que me prestaria una ropa y asi lo hiso fue y me trajo un pantalon y una camisa, alli mismo me los puse, y sali a la calle con rumbo a donde estaba nuestra casa subi por la misma calle nicolas bravo a como me acercaba a la zona afectada se empezaba a apreciar lo que el agua habia hecho, cuando llegue hasta el arroyo ya no habia agua parecia que nunca habia corrido por ahi, habia partes que estaban tan limpias que parecian que habian barrido, la arena estaba tan blanca que lastimaba la luz del sol, ya empezaba a ver nuevamente los cuerpos enterrados en la arena y a mucha gente buscando cuerpos, y marcando donde estaban, los pickups pasaban llenos de cuerpos llenos de tierra y lodo y segui caminando hasta que llegue a nuestra casa, me sorprendi porque todo estaba igual que cuando nos fuimos, la cobija estaba en sus sitio, el agua habia subido como unos 20 cms. ni siquiera llego a tocar el colchon de la cama, ahi me sente un rato a pensar en todo lo ocurrido hasta que llego mi hermano mayor y me pregunto por todos le dije que a todos se los habia llevado el agua, lloramos juntos y ya que nos calmamos decidimos ir buscar a nuestros familiares, buscamos en muchos sitios sin encontrar nada, hasta que por fin en unas canchas que estan por la calle allende ahi vimos como lavaban los cuerpos con una manguera para quitarles un poco la tierra, lodo y basura para que los familires pudieran reconocerlos mejor, ahi encontramos primeramente a mi hermano de 6 y adentro del local encontramos a mi madre abrasando al bebe, por alguna razon cuando el bebe se escapo de mis manos ella
lo recupero en el agua y ya no lo solto muriendo juntos, a mi hermana no la encontramos, mi otro hermano menor que yo, los soldados lo encontraron en el armazon del techo de una casa cerca del hotel Gran Baja, el se salvo porque un clavo muy grande le atravezo el empeine del pie atravezandolo de lado a lado y anclandolo a la estructura no permitiendo que la corriente lo llevara al mar. estuvo en tratamientos medicos y recuperacion por mas de un año, despues de eso por sugerencia y ayuda de mi hermano mayor nos internamos los tres en La Ciudad de Los Niños de La Paz, A.C. ahi estuve de aprendiz en el taller de Imprenta ayudando a los Diseñadores Graficos en la limpieza y encargos que ellos necesitaran y observando su trabajo y ayudandoles con los encabezados de los periodicos y revistas que se publicaban en ese tiempo fui aprendiendo poco a poco a dibujar y a diseñar, papeleria para oficinas, escuelas, dependencias de gobierno, revistas, peridicos carteles, volantes, me pefeccione en el uso de las encabezadoras Strip Printer, que era una maquina de papel fotografico que se tenia que revelar en grandes tira en un cuarto obscuro, tambien perfeccione mi tecnica de hacer encabezados en la maquina Varityper que era una encabezadora que se utilizaban unos discos grandes que imprimian la letra que uno seleccionaba en una cinta adhesiva que despues se cortaba y se pegaba donde se queria, asi estuve como unos dos años hasta que por coincidencia uno de los Diseñadores enfermo y lo incapacitaron por varios meses y se me pregunto que si podia tomar su lugar en lo que el regresaba acepte y resulto que hice bien mi trabajo que a partir de alli me gane mi lugar como diseñador y dibujante, poco despues la secretaria que llenaba los formatos con una maquina que usaba unas bolitas de cromadas de platino LA IBM se incapacito por embarazo y no se encontro quien la supliera y como tambien habia visto como los llenaba tambien tome su lugar llenando los formatos y asi fui superandome en este trabajo que desde 1978 hasta la fecha he desempeñado y creo que lo sigo haciendo bien no tengo titulo de Diseñador Grafico pero tengo el gusto de haber asesorado a varios de ellos, incluso unos de mis hijos es Lic. en Diseño Grafico egresado de la Universidad Mundial, tome varios cursos en la Universidad Autonoma de Baja California Sur, cuando aun esta Carrera no existia en nuestro estado, ademas de adquirir toda la informacion que podia sobre temas de artes grafico, diseño y fotografia, he manejado el CORELDRAW desde el No. 1 hasta el 14 que es el que esta actualmente. esa ha sido mi escuela ademas del trabajo diario..
ESTE ES LA TRAYECTORIA QUE RECORRI DENTRO DEL ARROYO, PRACTICAMENTE LO ATRAVESE DE LADO A LADO ESTA HISTORIA SE LA DEDICO A TODOS LOS QUE DE ALGUNA MANERA SON SOBREVIVIENTES DE ESTE CICLON LIZA QUE MARCO LA VIDA DE MUCHOS DE NOSOTROS, PERO TAMBIEN NOS DEJO UNA GRAN EXPERIENCIA A TODOS LOS SUDCALIFORNIANOS QUE AUN QUEDAMOS DE ESA EPOCA EN TODO LO QUE A CICLONES Y A UNIDAD FRATERNAL SE REFIERE..
LOS PAISES DEL MUNDO APOYARON EN GRAN MANERA A TODOS LOS QUE RESULTAMOS DAMNIFICADOS, EN LA COLONIA 8 DE OCTUBRE AUN QUEDAN CASAS ORIGINALES PROTOTIPO ANTISISMICAS QUE NO RECUERDO QUE PAIS FUE EL QUE LAS DONO, PERO GRACIAS A ELLOS MUCHOS AUN VIVEN EN ELLAS.
arroyo el cajoncito
Sep 30th is the 37th Anniversary of the Arrival of Hurricane Liza; the Worse Day In La Paz History September 30th, 1976 began like most other late summer days in La Paz, hot and humid—though perhaps a bit more overcast than usual.
The port was abuzz with the news that a tropical cyclone was in thevicinity, but most Paceños didn’t get overly concerned about such reports since more often than not these disturbances passed harmlessly by.
Besides,
Hurricane Liza—if it came at all—wasn’t scheduled to brush past the
city until the pre-dawn hours of the following morning. The city’s
schools convened classes on schedule as the rest of the town’s people
went about their normal. Thursday morning routine. The state governor
was so unconcerned about the weather that he boarded an early plane for
Mexicali to attend a political function being hosted later that morning
in the capital of the northern half of the peninsula.
But
by 10:30 a steady drizzle blanketed the city and the wind picked up.
People began scurrying home to get out of the weather. As three o’clock
rolled around the skies were dark and menacing as howling gusts
accompanied a relentless downpour soaking the region. By 7 p.m. it was
apparent to most of the city’s residents that this storm was different
from most.
Liza
had brought some serious hydraulic action with her. Streets that had
once been arroyos became raging rivers as the torrential rains made
their way through the city to the Bay of La Paz. Even the oldest Paceños
couldn’t remember ever having seen the water rise as high as it did
that September evening. Homes near arroyos throughout town flooded for
the first time and vehicles were swept away when their drivers
challenged the currents.
Then things got really bad.
Sometime
between 8 and 9 p.m., a loud crackling sound was heard throughout the
city. Most residents I talked to described it as sounding like a loud
explosion.
One person said it reminded him of when they blasted the road through to Pichilingue in the early 1960s.
The sound was caused by the rupturing of a dike meant to protect the city’s eastern flank from
the periodic floodwaters that come out of the Arroyo El Cajoncito.
Satellite Image Of Arroyo El Cajoncito and surrounding area
Arroyo El Cajoncito is actually the convergence of several major arroyos that drain a sizable area of the sierras east of town.
The
arroyo gets its name from a rocky “bottleneck” that forms a narrow
gateway where the arroyo leaves the sierras that the waters must pass
through. Once the waters clear the bottleneck at El Cajoncito, they make
their way to the sea through five large arroyos that flow over the
alluvial plain that La Paz is built on (in fact, they are responsible
for bringing from the nearby hills the material the city’s built on). Or
at least, that is how things worked until the mid-1960s, before
government officials built a 10-meter high dike meant to block the
natural paths the old waterways took through the city and divert their
flows to the east and south of town to the Arroyo El Piojo (this arroyo
flows past the UABCS).
But
what the planners of the project hadn’t counted on was the severity of
the tromba (localized storm characterized by a heavy downpour) that
unloaded over the region east of the state capital on that fateful day. A
rare combination of meteorological factors converged over the sierras
east of La Paz and reportedly dropped 800 highly-localized millimeters
(over two and a half feet) of rain in just over an hour. Initially, the
bottleneck at El Cajoncito Arroyo and a low area to the north of it
known as Llano La Laguna worked in tandem to minimize the hydraulic
force applied to the outer wall of the recently-built dike. But once the
Llano La Laguna was full even as the floodwaters continued to roar out
of the Cajoncito Arroyo, that changed. Tragically, a section at the
southern end of the dike gave way and allowed most of the waters flowing
out of Arroyo El Cajoncito to sweep through the southern section of the
city.
The bottleneck at Arroyo El Cajoncito
An old (1940s) irrigation project at the bottleneck
The
result of this unfortunate miscalculation by authorities was that in
about 10 hours the aguas broncas (raging waters) from the arroyo wiped
out about a quarter of the city of La Paz, an area that included some 30
colonias. Concrete houses in the path of the flood were simply washed
away, leaving no trace of their ever having existed.
When
the houses were able to withstand the force of the water, often the
people inside drowned. Residents could only watch helplessly from the
banks as individuals and cars—some with whole families in them—floated
by, most to a certain death.
While
the real death toll will never be known–official sources place the
number of dead and disappeared in the mid-500s–some have estimated that
more than 10,000 people lost their lives that night, amounting to about
12 percent of the city’s population.
At
the time, it was the deadliest natural disaster in the nation’s
history, a mark that was surpassed in 1985 when an earthquake shook
apart Mexico City. Compounding the problem of an accurate count of the
deceased (if the Mexican government had really wanted one) was the fact
that most of those who died were recent arrivals to the city, many of
them residing in “irregular communities.”
Few
natives lost their lives. I’ve lots of Paceño friends, most of them
from the city’s old families and not one of them lost a relative in the
disaster. The reason most likely is because they all lived near the
city’s center and not in the southeastern corner that was devastated.
Although
Liza was the wettest storm to strike the city in over a century, a
post-disaster review of the events leading up to the catastrophe
indicated that the calamity was far from unpredictable. In fact,
Sebastian Diaz Encinas, a hydraulic engineer who had been involved in
flood control issues in the region since the 1940s, had been sounding
the alarm and warning of just such a thing happening for several years
before the arrival of Liza, but nobody was listening.
Events Leading Up to the Tragedy
Anyone acquainted with the geography of La Paz knows that heavy rains can make some of the city’s streets impassible at times. Because of its location on the delta of an alluvial plain formed by arroyos that dewater the nearby sierras during rains, sections of La Paz have always been prone to flooding whenever storms passed through the region.
Anyone acquainted with the geography of La Paz knows that heavy rains can make some of the city’s streets impassible at times. Because of its location on the delta of an alluvial plain formed by arroyos that dewater the nearby sierras during rains, sections of La Paz have always been prone to flooding whenever storms passed through the region.
The city’s total lack of storm drains to help purge its streets only aggravates the problem.
Prior
to 1960 the town was small enough that there was still plenty of
undeveloped “safe land” so people didn’t build in arroyos.
When
floods came, they were little more than an inconvenience for most of
the city’s residents, although there have always been the occasional
innocents who have paid with their lives for not recognizing the danger
of the swift currents that are sometimes
unleashed from the sierras.
In the 1960s the pace of the city’s growth picked up.
The
agricultural colonies that were established in the 1940s and 50s in the
Santo Domino Valley, Los Planes, Todo Santos and around La Paz began to
bear fruit, attracting more people to the southern peninsula. Many of
these recent arrivals chose La Paz as a place to settle once they had
fulfilled their agricultural contracts. When ferry service connected the
territorial capital with the mainland in 1964, the peninsula’s
duty-free status also stimulated the city’s development as an army of
petty capitalists invaded the city’s main business district shortly
after each ferry’s arrival at Pichilingue. Some of them undoubtedly
stayed on.
The
completion of the Transpeninsular Highway in 1973 brought even more
people to the southern peninsula in search of better economic
opportunities.
It
took 140 years for La Paz to reach a population of 17,000 people,
something the city achieved in 1950. It took only twenty years to triple
that number, so that by 1970 more than 51,500 individuals called the
city “home.” By then, the only lands available “in town” were in the
flood zones. But the city continued to expand anyway.
Irresponsible
or corrupt public officials looked the other way as waterways were
invaded and often filled in with garbage and other debris by people who
knew nothing of the dangers of flash floods in desert environments.
Rather than uprooting the informal communities that sprung up in
dangerous areas and having to find more suitable (and expensive) lands
for them, officials decided it made more sense to incorporate them into
the system where they were, providing the new colonias with public
services and, of course, taxing them. No sooner did one paracaidista
(literally, “parachutist” which means “squatter” in this context)
community get legal recognition, another would form a little further
out.
In
the late 1960s territorial officials decided to protect the new
colonies from the occasional floodwaters that come out of El Cajoncito
Arroyo by building the now-infamous first bordo de contencion
(containment boundary). The plan called for building a three kilometer
earthen dike across the gap separating San Juan Hill and Atravesado Hill
(these are the two principal hills one sees behind the city when
looking at La Paz from a boat or from the Mogote). The idea was a good
one, since—if done property—it would effectively divert the waters
coming out of the sierras east of town around the city to the big arroyo
that passes next to the university south of La Paz (Arroyo El Piojito).
Unfortunately,
federal officials chose to fund the cheapest of the three proposals
submitted. Factor in the usual graft and corruption that accompanies
these types of projects in Mexico and what was finally
built was a 10-meter-high sand barrier with a rock surface facing the arroyo, cement was used sparingly in its construction.
The project was completed to great fanfare in 1970 or so.
The
bordo provided a sense of security and became the de facto eastern
limit of town as the lands right up to it were soon urbanized.
I’m
not aware if the bordo was ever put to the test by a hurricane in the
few years between its completion and the arrival of Hurricane Liza.
In
normal conditions, the waters that run down the arroyo don’t jump the
steep sand banks that are characteristic of it through most of its
passage east of town, so waters from Cajoncito Arroyo wouldn’t
ordinarily have been running along the bordo. But what happened with
Liza was that an inordinate amount of water fell over a very short
period of time, water which apparently backed up behind the bordo while
making its way behind Atravesado Hill to Piojito Arroyo.
Once
the section of the bordo gave way, the arroyo reclaimed its old
waterways to the sea through the southeastern sector of the city.
It was a “had to be there” moment to fully appreciate what had happened.
Most
of the city’s residents didn’t realize the cause of the “explosion”
heard that early evening and word didn’t filter back to the rest of the
city of the horror that had visited the eastern and southern sections of
town until the next morning.
While
my family was long gone when Liza devastated La Paz, I had several
friends who were volunteers at the La Paz offices of the Red Cross in
1976. All of them were called in to begin hauling bodies in the pre-dawn
hours of Oct. 1st. Initially, the corpses were taken to the Salvatierra
Hospital (then on Bravo Street), but as this facility was soon
overwhelmed, the dead were taken to the Cancha Manuel Gomez Jimenez on
Bravo Street and to the GUM Gym on 5 de Febrero (right on the very edge
of the arroyo) and several other locations around town.
The initial idea was to give next-of-kin a chance to claim their relatives.
But
as the magnitude of the devastation was realized, government officials
decided that the original plan was impractical as bodies quickly began
to decompose in the tropical heat. Two backhoes were ordered to the
Sanjuanes Cementary where they dug five trenches, each some 70 yards
long. The dead were wrapped in make-shift sheets (they bought bolts of
cloth from local stores to make them) and dumped one body on top of
another in common graves. Six tons of cal (lime) were used to cover the
dead to help contain the spread of disease.
It
didn’t take more than a few days for public officials to call off the
search for bodies, deciding that the arroyo was as good a place as any
to be buried. Today one still occasionally hears of a construction site
finding human remains in the sections of the city that were flooded.
In
doing the research for this essay, I visited the site where the old
dike was located, I rode my bike down the arroyo that overflowed with
death on that September night and also rode to the top of Atravesado
Hill to survey the area where the nightmare began.
I
studied the new fortifications that protect the city from the Cajoncito
Arroyo today. What I found is a bit disconcerting, to say the least.
While the north section of the new retaining wall is a beauty with a
cement face on the arroyo side, the southern section—the very section
that collapsed last time—is (once again) made of dirt/sand with a rock
surface facing the arroyo.
Although
I’ve never seen a good picture of the old dike, the southern section of
the new dike looks a lot like the descriptions I’ve read of the
original.
What
one also sees are new sections of La Paz growing up in places that have
virtually no protection from the arroyo, colonias that will be in grave
danger when another Liza hits this area again.
If
I were shopping for a house in La Paz, I would study where the old
arroyos ran, particularly the Arroyo El Palo, which was one of the
deadliest arroyos crossing La Paz on the evening of September 30th,
1976. During Liza, sections of Jalisco, Sinaloa, Colima and Colosio
Streets were deathtraps for those caught in them.
The new cement “bordo” protecting the downtown area
What the bordo protecting the area devastated by Liza looks like
Interesting Tidbits
The literature—as well as my friends’ accounts—mention the suspicion that the dike was really blown up with explosives by the Army.
The literature—as well as my friends’ accounts—mention the suspicion that the dike was really blown up with explosives by the Army.
This
theory proposes that government officials were monitoring the situation
and realized that it wasn’t a matter of “if” but of “when” and “where”
the dike was going to give way.
If
a section of the dike’s north end gave out, Arroyo El Cajoncito would
have flooded downtown, the city would likely have suffered greater
damage and perhaps more deaths. Under this scenario, public officials
would have coldly decided to sacrifice the sections of the city where
immigrants lived to save the city’s center.
The
President of Mexico, Luis Echeverria, visited La Paz on Oct 2nd and
promised the local governor that “whatever you need, just ask and we’ll
send it.” At the time, Echeverria was trying to make Mexico more
independent of US influence and so chose to reject the aid that was
collected and offered
by
its northern neighbor. Unfortunately, the federal government wasn’t
able to provide what it promised, which left local hospitals in a bit of
a jam.
In
what sounds like an effort at revisionist history, the governor who
presided during the storm stated in a recent interview that he made the
decision to ignore the presidential order and allowed aid flights in.
One
of my Red Cross friends said that only one US Air Force C-130 cargo
hauler landed with supplies, which were promptly confiscated by the
military, never to be seen again.
It took eight days for power to be restored to most of the city.
The
dam known as La Buena Mujer (The Good Woman) was built as a response to
the devastation caused by Hurricane Liza. It now serves as a reservoir
for the runoff of one of the major arroyos that feed the waters that run
through Arroyo El Cajoncito.
Although
it’s narrated in Spanish, you don’t need words to appreciate the
graphic scenes of death and destruction. At around 27 seconds into the
video, during a low-level flyover, one can see the gap in the old dike.
The five trenches where the dead were laid to rest
The marker commemorating them
The gap where all the water came through
The section of La Paz that was wiped off the map
The
following story appears online in Spanish. It is an account written
(or, more likely, narrated into a recording device) about one person’s
experience during Liza and is quite moving. In its original form, it is
one very long story that makes little or no use of punctuations,
paragraphs or any of the other norms of writing. In my translation, I
have taken the liberty to break it up into more readable blocks of
information and omitted some passages that were repetitive or didn’t add
to the storyline. The original story, with many photos of the
devastation caused by Hurricane Liza, can be found at:
I SURVIVED CICLON LIZA 1976
By Casimiro Gardea Orozco
By Casimiro Gardea Orozco
My
story begins on September 30 of 1976. I remember getting up early to go
to work with my stepfather, with whom I was working practically since I
arrived in this city. I’d arrived in La Paz in August of 1975 onboard
the Salvatierra, the ship that later sank in front of Espiritu Santo
Island.
I
remember on that fateful day my stepfather and I went to finish
plastering some commercial locations we’d built for a man over in front
of the military base. We were getting close to finishing the job when my
stepfather told me and another guy who worked for him—I think his name
was Valentin—that the owner said we should knock off for the day and go
home because the hurricane was going to hit the city, so we cleaned and
stowed our tools.
By
then I think it was about 10:30 a.m., we finished up and bid each other
goodbye. My stepfather left on his bicycle while I headed home on foot.
I hadn’t walked five blocks when it began raining, so I hurried home,
where I arrived soaking wet. Without changing clothes, I announced my
arrival to my mother as she attended to my youngest brother and told her
that the hurricane was about to arrive. I began to cover the windows
and door of the house the best I could, nailing a thick blanket to the
door and putting cement blocks along its bottom to help support it
against the strong winds that had begun to blow. I had to restack the
blocks every so often after the winds would push them over.
At
around 3 or 4 in the afternoon a calm arrived over the city, which
allowed me to go outside to check on things in our yard. As I was doing
this my stepfather, also taking advantage of the calm, arrived in a
station wagon to take us to the military base which was being used as a
refugee center.
But
it soon began to rain and the winds returned stronger than ever. Taking
only our blankets, we piled into the wagon and began driving down
streets that had become flooded arroyos, seeking a way to our
destination.
The rain was so heavy that at times we couldn’t even see where we were
going. We got stuck numerous times but managed to continue on, until the
roof of a house fell in front of the vehicle and we decided that it
would be better to return home. As we headed back we got stuck in the
mud repeatedly and our vehicle took several hits from airborne debris.
Several times we had to practically carry the vehicle out of the
rain-swollen arroyos, which seemed to get deeper with each passing
moment.
After
a two-hour struggle, at around 6 p.m. we finally made it back to our
home. Before we got out of the vehicle my mother’s compadre came up to
invite us to wait out the storm at his house, which was made of cement
block and also had a cement roof (Tripper note: this passage indicates
that the family lived in a house made of materials that were temporary
in nature, a practice common in Third World countries). It seemed like a
safe place for us and the other four families already there to take
refuge.
As we settled in, drank coffee and chatted we all felt comfortable and safe, the mood was light-hearted as we thought the worse part of this experience was behind us. We talked about the places we were from. We had all come from other parts of the country to seek work in La Paz because we thought it was like going to the United States to earn dollars since it was in the zona fronteriza (border zone) and there was a lot of tourism and we thought everything was paid for in dollars.
As we settled in, drank coffee and chatted we all felt comfortable and safe, the mood was light-hearted as we thought the worse part of this experience was behind us. We talked about the places we were from. We had all come from other parts of the country to seek work in La Paz because we thought it was like going to the United States to earn dollars since it was in the zona fronteriza (border zone) and there was a lot of tourism and we thought everything was paid for in dollars.
After
about three hours of this enjoyable banter we heard a sound very
different from the noise of the wind and rain that had been plummeting
the roof and walls that surrounded us. It was a deafening sound
accompanied by a small tremor that seemed to get nearer and nearer to
us. A young guy about my age who had been visiting decided that it was
time for him to return to his home.
He
left, but soon returned because the currents in the arroyo were too
strong to cross. By then water was intruding under the doors in spite of
the blankets that had been placed under them to prevent such leakage.
That was when we heard one of the walls of an adjacent empty room in the
house collapse.
This was followed by the sound of rushing water hitting the walls of the room we had just vacated.
This was followed by the sound of rushing water hitting the walls of the room we had just vacated.
We
realized that soon the whole house would be brought down by the force
of the water rushing by. My mother’s compadre said we should leave the
house and climb aboard the motorhome parked outside the residence, which
we all did. Wood and other building materials from houses the waters
had already destroyed piled up in front of the property we were at,
parting the waters and forming an island that gave us sanctuary. But
then we began to feel the impact of the material from the house we had
just vacated as it began hitting the undercarriage of the motorhome we
were in.
One
of the men in our group said he heard a child crying under the
motorhome and so he and my stepfather went outside to search for him.
That
was when the last standing wall of the house we’d been in gave way,
falling into the motorhome and knocking it over onto the man my
stepfather had accompanied outside, killing him. Logically, we assumed
my stepfather had suffered the same fate.
But
luck was with him. He recounted several days later that when the
motorhome fell over, it created a huge splash which lifted him up into
the arms of a large cardon cactus that was in front of us. He spent
several hours up in the cactus, until the waters running in the arroyo
were low enough for rescuers to arrive and help him get down.
He
showed me the many thorns still embedded in his body, which doctors had
decided to leave in place until his body expelled them naturally. From
his perch that night, my stepfather had to watch helplessly as his
entire family was swept away, one by one, by the raging currents of the
arroyo.
When
the motorhome turned over, the first thing we did was pray to God and
then decided that it would be best to get out of the vehicle and try to
reach the roof. We got the women and children out first. But no sooner
did we get a person out that the raging waters would sweep them away
because there wasn’t anything to hold onto. Eventually, only the other
kid my age and I were left on top of the vehicle. Although it was dark,
there was a visibility akin to a moon-lit night which allowed us to see
our surroundings in a limited way. It seemed like we were in the ocean,
for water was all around us as far as one could see. The two of us were
in that situation for about twenty minutes when we felt the vehicle
begin to float under us.
That
was when I heard a baby cry out. I was able to spot him floating on
some wood nearby. The humanity in me drove me to leave the relative
safety of the motorhome “island” and try to rescue this fellow human
being. But before climbing off the motorhome I told the other kid that
he should grab a piece of wood from the debris to use as a flotation
device, just in case. I don’t know if he understood me, but when he
didn’t react, I grabbed one myself and handed it to him before setting
off to rescue the baby. As I crossed over wood and other debris, I could
tell everything was floating, for it felt as if I were jumping on a
couch. When I reached the baby, I realized he was my younger brother. I
took him in my arms and started back for the motorhome. With the other
guy’s help, I was beginning to climb back aboard when a large wave
knocked me off balance and swept my baby brother and the other guy into
the river below.
Once
I climbed back onto the motorhome, I felt very alone, but soon another
wave hit me. I felt the skin of my fingertips get torn away as I tried
in vain to hold onto the vehicle. Then I, too, was swept downstream. At
times I was dunked underwater before popping up again to catch my breath
before being dunked once more as I was pushed along by the rushing
waters. I don’t know how, but I was able to grab a hold of a large piece
of wood floating near me. With the wood’s buoyancy, I was able to
minimize the dunkings I had been subjected to before.
As
I was being rushed along, more than once I was able to make out
upcoming fence posts that had barbed wire between them. I knew the grave
danger these posts represented, so when I couldn’t avoid them, I tried
to get my body as horizontally as possible so as to pass between the
strands of wires like a board. I had to do this maneuver several times
during my journey down the flooded arroyo.
At
one point, I could make out the posts of high tension wires and tried
to navigate myself over to one of them to try to latch on, but to no
avail.
A
pocket of air formed in front of the cement base that wouldn’t allow me
to even slam into them. At times I lost my grip on the wood I was using
for flotation and was at the mercy of the currents. I could feel large
rocks being swept along underneath me, just brushing against my legs but
never doing me any harm, thank God.
At
times during my journey, the water became shallow and I was able to
stand up, only to be knocked down once again when the rushing water
flushed the sand out from under my feet. I tried standing up several
times but was never able to stand for long, so I quit trying, letting
the water hit my back in full and rush me past large distances until I
was in deep water again. In deep water my main concern was staying
afloat and keeping my head above water.
As
I was floating along, I suddenly heard another sound the water was
making, which I recognized as the sound of an upcoming waterfall like
the ones I’d known back home in Chihuahua.
Just
as I knew to avoid the barbed wire fences because I’d seen how they
could kill cattle caught in them when arroyos occasionally flooded back
home, I also knew the danger waterfalls represent.
One
could be knocked unconscious or break bones during a fall and that was
my immediate fear. But there wasn’t anything I could do but resign
myself to my fate and try to brace myself mentally for what was to come
next. Just as I was being swept over the fall, I suddenly felt my
progress halt and felt the full force of the rushing water engulf me. I
struggled to get my head out of it to breath.
My
legs were pinned down by the water’s force as I continued my struggle
for air. At some point, I realized that what was left of my pants had
been caught by the roots of a small tree that was also struggling for
survival against the water’s rage.
I
don’t know how, but I somehow managed against all odds to grab the
trunk of the tree and was able to briefly stand on the arroyo bottom.
But I realized that this action was causing the soil holding the small
tree in place to be washed away, so I let the water take me horizontally
again while I held onto the tree. I was in this position for some time,
watching helplessly as other people were swept pass me and over the
waterfall, a fate I should have shared with them. Sometimes, I could see
them stretch out their arms towards me for help, but there was nothing I
could do for them under those circumstances since they were out of
reach and I was up to my chest in the water and unable to move.
I
remember gradually distinguishing sounds other than the raging waters
and suddenly realizing that someone was yelling at me from the houses of
INFONAVIT and telling me to hang on just a bit longer while they helped
me (Tripper’s note: INFONAVIT is just north of Soriana’s on Forjadores
Street and is one of the colonias that was hit hard by Liza’s
floodwaters). I looked around for where the calls of help were coming
from specifically and saw a person who was using a flashlight to light
the area around me. I thought that he must be yelling at me and that was
when I reacted, asking for his help.
But I don’t thinkhe heard me since he was flashing his light on a large wall that was in frontof me just after Forjadores Street. I could see a lot of people shelteredin a building with white walls and could make out the silhouettes of otherpeople who went back and forth but couldn’t leave their locationbecause the water was rushing past them on either side.
But I don’t thinkhe heard me since he was flashing his light on a large wall that was in frontof me just after Forjadores Street. I could see a lot of people shelteredin a building with white walls and could make out the silhouettes of otherpeople who went back and forth but couldn’t leave their locationbecause the water was rushing past them on either side.
My
would-be rescuer came towards me and I heard him, clearer than
before,say that he was coming for me, but I didn’t see him get any
closer to me.
Then
I suddenly heard someone about 30 meters away from me say he was going
to help me and that I needed to hang in there just a little longer.
That
was when I finally saw a silhouette nearing me, holding onto what
appeared to be a slide or some other type of playground equipment until
he could reach me with his extended arm and tell me to grab a hold of it
and not let go. And that is just what I did. I let go of the little
tree’s trunk as he pulled me out of the arroyo and then he backed up and
told me to follow in his footsteps until we reached the sidewalk in
front of colonia INFONAVIT where there is now a rock wall.
We
began walking towards Sinaloa Street. When we reached Jalisco Street, I
remember seeing a man inside one of those cages that use to protect
water mains. We told him to get out from the cage and come with us
because he’d surely drown in there if the water level rose again.
But he refused to listen to us and instead went further into the cage.
We
continued walking until we reached the old road heading south, walking
along a long line of cars that had been trapped between Sinaloa and
Colima Streets. Everyone looked at us with shocked expressions on their
faces, but nobody came near us or talked to us.
Seeing
us in rags, seminude and full of mud, they simply got out of our way.
Perhaps we were the first people they had seen that managed to get out
of the raging floodwaters . Perhaps they didn’t find out until the next
day of the magnitude of the tragedy that the city of La Paz was living
through.
Perhaps at that very moment lots of people were still floating, dead or alive, in the bay of La Paz.
Perhaps at that very moment lots of people were still floating, dead or alive, in the bay of La Paz.
We
walked until we reached the corner of Sinaloa Street and Forjadores,
were we attempted to cross the street but failed because the current was
too strong so we sat down with our backs to a wall to wait for the
waters to recede. We sat there, resting for a while when a woman from a
house that still exists to this day invited us in to her home (Tripper
note: a business has replaced this house). She said there were lots of
people in the house already, but that we could stay in one of the cars
in her yard and she then opened the door to one of them.
She
left to prepare us a cup of hot tea. Once inside the car, the interior
light came on and that was when I realized that the guy who had helped
me was the same one who was in the house with us earlier that evening.
But
we hadn’t spoken since he’d told me to follow in his footsteps after
pulling out of the water. I also noticed how he rubbed his right hand
and how his little finger was suspended from his hand by a thin piece of
tissue, which he apparently hadn’t noticed until that moment.
When the woman returned with our tea I asked her for some scissors.
Without
asking a thing, she left and returned with them. I used them to cut the
tissue still attaching his finger to his hand and wrapped it in a
neckerchief I found on the car’s seat and put it in his hand.
He
held onto it tightly as I drifted off to sleep. When I awoke, he was no
longer in the car. I, too, left the car. Sinaloa Street was now empty
of water. I walked about two blocks and could still hear water rushing
down other arroyos. Suddenly, some soldiers appeared out of nowhere and
asked me what I was doing there and said it was very dangerous there
because of the arroyo. I told them I’d escaped from the arroyo and that
was when I saw the first dead people among the piles of debris of
boards, wood, tree branches, furniture and everything else that was
along the arroyo bank. Some corpses had arms or legs jutting out from
the piles while one could see the backside of others as their heads and
legs were buried under piles of trash. The soldiers were picking up some
of the bodies, those with uniforms. It seemed like they were only
separating their own from the debris.
One
of the soldiers took me to the soldier in charge of the scene and told
him I’d managed to escape from the torrential waters. The man in charge
told my escort to take me in a jeep over to a school that was being used
as a refugee center, which he did. I don’t remember which school he
took me to, but what I do remember was that as we transited the streets
sometimes the water was deep enough to almost cover the jeep’s tires.
When
we arrived at the school, the soldier told the person he turned me over
to not to let me out of his sight, and he didn’t. I was brought a
blanket and taken to a classroom where I looked out a window and saw how
the water was still rushing with considerable force by the side of the
building.
I fell asleep again. Around dawn someone woke me up and asked if I was injured.
I
showed him my hands and he told me to get aboard a truck that would
take us to the hospital to be checked out. Some of the others on the
truck had large head injuries while others had injuries on their legs
and arms and still others were unconscious.
After
we arrived at the hospital it was several hours before a doctor asked
what was wrong with me. I told him the skin on my fingers was peeled off
and I had been hit in the stomach. He checked me out and said nothing
was wrong with me but washed my hands with oxygenated water and said
he’d get me some clothes. When he returned with a pair of pants and a
shirt, I put them on right then and there and left the hospital, heading
up Nicolas Bravo Street (Tripper note: this is the street the old
Salvatierra Hospital is on).
As
I neared the area affected by the storm I began to appreciate the
enormity of what the flood waters had done. When I arrived at the arroyo
there wasn’t any more water in it. In fact, it looked as if it had
never had any water in it at all. Sections of it were so clean that they
looked as if they’d been swept.
The sand was so white that the sun’s reflection off of it strained my eyes. I began to see the half-buried bodies once more and a lot of people looking for bodies and marking the spots were they found them. Pickup trucks passed by full of corpses covered with dirt and mud.
The sand was so white that the sun’s reflection off of it strained my eyes. I began to see the half-buried bodies once more and a lot of people looking for bodies and marking the spots were they found them. Pickup trucks passed by full of corpses covered with dirt and mud.
I
continued to walk towards our house. When I arrived I was surprised to
find everything was as we had left it. The blanket was still in place on
the door and the water level inside the house had only risen to about a
foot. In fact, it hadn’t even reached the mattress on the bed. I sat
down to contemplate what had happened when my older brother arrived and
asked me about the rest of our family. I told him the flood waters had
taken them all and we cried together.
Once
we calmed down we decided to go look for them. We looked in a lot of
places but never found anyone until we arrived at some soccer fields on
Allende Street. We watched as workers were washing off corpses with a
hose to clean them up so their family members might be able to recognize
them.
That was where we found first, our six-year-old brother and then, inside of the building, we found our mother—still holding our baby brother in her arms. Somehow, when the baby slipped out of my grasp,
That was where we found first, our six-year-old brother and then, inside of the building, we found our mother—still holding our baby brother in her arms. Somehow, when the baby slipped out of my grasp,
she was able to recover him while they floated downstream, never letting go of him, not even in death. We never found my sister.
Another
younger brother of mine was rescued by soldiers from the roof of a
house under construction near the Hotel Gran Baja (Tripper note: this
hotel, now empty, is on the shore of the Bay of La Paz and should have
had guests when Liza struck). He’d been washed down the arroyo and would
have likely drowned in the bay if not for a large nail that pierced
through his foot and anchored him to the structure, keeping him from
being swept to sea. He required over a year of medical treatment and
therapy to recover from his injuries.
After
this tragedy, my older brother suggested that the three of us should
intern ourselves into the Ciudad de los Niños (Tripper note: the Ciudad
de los Niños [City of the Children] is a local orphanage and is located
next door to the Santuario [huge church] on Cinco de Febrero), where I
became a trainee in the printing shop.
The
rest of the story talks about how he eventually learned the Graphic
Designer trade at the orphanage and still works in the trade today.
The End
Where the house he was swept from was once located,
note the arroyo on the right.
Where he was pulled to safety, next to present-day Burger King Restaurant
The area he traveled down the arroyo
The area his brother traveled before finally getting “nailed” to a building under construction
We
drove down in December 1976 and were amazed at how the landscape around
La Paz had changed from the effects of the hurricane-everything super
green. Here is a photo taken in front of Martin Verdugo’s Trailer Park-
not much sand but lots of wood that got washed out from the desert and
then packed onto the beach. Martin Verdugo told us that the water was
waist to chest high and they had to hold their children up above the
water for a long time so they didn’t drown.
An interesting aside on the ending of the Salvatierra is related to
Hurricane Liza.
Either
the Ruffo’s (the ship’s owners) or their insurance carrier contracted
an American salvage company to come down and refloat the ship.
The
process was well underway–they’d brought with them sacks to inflate
with air inside the ship and bought just about every inner tube in La
Paz to aid with the effort and had the ship coming up just before Liza
arrived.
After Liza’s winds and tides passed through the area, the ship was hopelessly lost forever.
CICLON LIZA SEPTIEMBRE 30 DE 1976
NARRADO POR CASIMIRO GARDEA OROZCO
GRACIAS POR VISITAR ESTE ESPACIO DE CASIMIRO GARDEA OROZCO
DISEÑADOR Y ARTESANO LITICO
ALGO MAS . . . .
LA PEOR TRAGEDIA JAMAS OCURRIDA EN BAJA CALIFORNIA SUR
Cada año, el recuerdo cíclico de la peor
tragedia que un desastre natural ha ocasionado en Baja California Sur,
golpea fuerte los corazones de miles de paceños que sintieron en carne
propia al Huracán Liza.
A la fecha no hay residente en la capital
de sudcalifornia, que no haya sufrido la desaparición de un amigo o
familiar en los oscuros días posteriores al 30 de septiembre de 1976.
¿Fueron 600 los que murieron? Definitivamente no. La vergüenza oficial
llevó a maquillar esas cifras, al igual que ocurrió con los terremotos
de la ciudad de México. En realidad fueron más de 7 mil los muertos y
desparecidos, ¡el 10 por ciento de la población paceña!
He tenido acceso a un testimonio muy realista, el más confiable diría yo de una testigo de este huracán.
Se trata de Gregoria Hernández, quien
dice que los días anteriores al funesto evento, todo era normalidad. Se
habían recibido algunos reportes sobre la inestabilidad en la zona del
Pacífico, sin embargo en aquel tiempo la información era confusa,
engañosa, poco clara.
La referencia que se tomaba para ubicar
los huracanes era la Isla Socorro, un pequeño punto perdido en el Océano
Pacífico. Los boletines transmitidos por el Servicio Meteorológico
Nacional llegaban vía teletipo a las redacciones de los periódicos y
eran re transmitidos “me acuerdo mucho en los cortes informativos de la
HZ y de Pancho King en la XENT”.
Una lluvia finita
Relata que los días eran normales pues la cercanía de un huracán no impactaba mucho el estilo de vida de los paceños, “la lluvia finita comenzó como a las 12 del día y una hora antes fui por los niños al colegio pues los despacharon temprano”.
Gregoria dice que no existía mayor temor
entre la población, “esa tarde del miércoles 29 de septiembre todavía
nos dimos tiempo para ir a comer a un restaurant en el centro, aunque la
luz en algunos lados ya se había ido desde las 12 del día, pero la
lluvia comenzó muy persistente a las cinco y seis de la tarde, una
lluvia ligera con algo de viento, era el avance del ciclón”.
“Las calles del centro de la ciudad
comenzaron a inundarse, la 16 de septiembre estaba intransitable, los
arroyos estaban bajando (como siempre) y fue por eso que nos fuimos a la
casa para prepararnos, ya no fuimos a trabajar esa tarde el clima
estaba empeorando el viento no cesaba, recuerdo que los cables de
electricidad chillaban”.
La furia del Huracán “Liza”
Refugiada en su hogar de la calle
Jalisco, paralela a la unidad habitacional de Infonavit “Domingo
Carballo”, Gregoria Hernández y su familia colocan tablas y protecciones
en las ventanas, ya eran las 7 de la noche y no había luz, el nublado
hizo oscurecer el horizonte antes de tiempo y los vientos comenzaron a
atacar con furia. “Ya no había carros circulando, el agua sobre la calle
Jalisco subía y subía y como a las ocho de la noche fue cuando
comenzamos a escuchar crujidos muy fuerte, era que varios árboles de
eucalipto estaban cayendo frente a nuestra casa”.
Lo peor había comenzado, ya eran las ocho
de la noche y un ventanal de la casa de Gregoria estalló en mil
pedazos, “como pudimos se colocó una tabla grande de madera para que no
entrara agua, pero lo que me preocupaba era ver cómo el nivel del arroyo
que se hizo sobre la calle Jalisco subía sin parar y aunque la casa
está en alto nunca había subido tanto ese arroyo”.
Casi todos los hijos de Gregoria ya
estaban dormidos en medio del caos, pero después de las doce de la noche
inicia lo peor, “eran muchos los carros que pasaban frente a la casa y
se escuchaban incesantes gritos de auxilio, la gente en su interior era
arrastrada por el gran arroyo que se formó… ¿qué hacíamos?, eran gritos
desgarradores de hombres y mujeres llorando pidiendo auxilio,
¡rescátennos por favor!, ¡auxilio me muero!, ¡mis hijos!, todo era un
verdadero caos una historia de terror”.
Desde entonces esos gritos desgarradores
solicitando ayuda, siguen muy presentes en Gregoria Hernández,
“impotencia por no poder ayudar a la gente, tristeza porque se trataba
de familias que iban rumbo a la muerte segura, ¡que tragedia!”…
La luz revela la magnitud de la tragedia
La mañana del jueves 30 de septiembre,
después de casi no dormir, Gregoria sale a recorrer su colonia, “luego
luego en la esquina (Jalisco y Chiapas) encontré gente muerta, cadáveres
de jóvenes, señores, caminé y caminé y en cada cuadra era lo mismo,
carros semi enterrados con gente adentro, niños sin ropa, llenos de
lodo, mujeres, señoras jóvenes muertas con el último lamento de dolor en
el rostro… todo había terminado”.
ESTA MUJER EMBARAZADO FUE ENCONTRADA
DENTRO DE SU CASA
La unidad habitacional Infonavit “Domingo
Carballo Félix”, que era el último asentamiento habitacional al sur de
la ciudad, tenía severos daños en muchas casas, sobre todo las de dos
pisos, “pero había otras que las había afectado mucho la inundación,
familias que murieron dentro de sus propias viviendas o bien, personas
muertas arrastradas por las aguas depositadas ahí, por eso no dejé a los
niños salir, era demasiada gente la que murió”.
ESTAS ESCENAS FUERON MUY COMUNES
Fue por el arroyo El Cajoncito que se
vino el alud de agua que arrasó con el sur de la ciudad. Los mayores
daños se pudieron apreciar desde la Casa de la Juventud (antes CREA hoy
ISJUDE) hasta la colonia Infonavit y desde el cerro Atravesado hasta el
barrio del Manglito. Prácticamente el 25 por ciento de la ciudad había
desaparecido.
MUCHOS CUERPOS FUERON ENCONTRADOS
ENTRE LOS ESCOMBROS Y LA BASURA
QUE EL ARROYO ARRASTRO
Dice doña Gregoria que los primeros que
salieron a la calle, fueron los soldados del 14 Batallón de Infantería,
acantonados en la tercera zona militar. “Ellos fueron los que vi desde
el jueves haciendo recorridos a pie, los carros no transitaban las
calles estaban destrozadas”.
EN ESTA FOTO VEMOS COMO MANOS PIADOSAS
CUBRIERON ESTE CUERPO CON UN LAMINA
MIENTRAS SU FIEL AMIGO LE HACE LA ULTIMA
GUARDIA DE HONOR
Poco a poco se fueron incorporando
miembros de grupos de rescate, como la Cruz Roja, todos ellos recogiendo
los cadáveres que echaban en camiones porque desde la tarde del mismo
jueves ya se estaban hinchando por el calor. “Mucha gente perdió sus
casas, recuerdo que a muchos les dieron alojamientos en las escuelas, en
bodegas porque no tenía a donde ir”.
ASI SE APRECIABA AL DIA SIGUIENTE DE LA TRAGEDIA
UNA TERCERA DE LA PARTE DE LA CIUDAD
QUEDO DESOLADA
También “brigadas de vacunación de los
mismos soldados fueron atendiendo a toda la gente y muchos se
concentraron en la zona del Palacio de Gobierno para preguntar por sus
familiares, pero no había respuestas, de hecho ni siquiera el gobernador
(Ángel César Mendoza Arámburo) se encontraba en Baja California Sur”.
ELEMENTOS DEL EJERCITO NACIONAL
AYUDANDO A RECOLECTAR LOS CUERPOS
DE LAS VICTIMAS
Conforme transcurrieron los días se fue
desvelando la magnitud de esta tragedia. Los muertos fueron sepultados
inmediatamente con maquinaria pesada en largas fosas que están en el
Panteón de los Sanjuanes. Nunca se supo a ciencia cierta cuántos muertos
y desaparecidos hubo, hay quienes dicen que la cifra ascendió a 10 mil.
Muchos de ellos quedaron enterrados en grandes fosas que la corriente
de agua hizo en el suelo arenoso. Otros más en los manglares del barrio
“El Manglito”.
FUERON MUCHOS LOS QUE PERDIERON
LA VIDA EN ESTE EVENTO TRAGICO
HASTA EL DIA DE HOY NO SE CONOCE
UN CIFRA CIERTA SOBRE LOS MUERTOS
EN ESTA TRAGEDIA
Cosa curiosa, la zona centro de la ciudad
de La Paz resultó casi intacta, sin mayores daños. Por eso hoy en día
dicen que no fue tanto la velocidad de los vientos del huracán “Liza”
los que ocasionaron las muertes, sino el violento caudal del arroyo “El
Cajoncito”… Y tienen razón.
Tragedia que se pudo haber evitado
Estudios posteriores revelaron que un
gavión se reventó y eso provocó que aumentara el volumen del agua que
arrastró el arroyo que acabó con más de 30 colonias.
Aunque nunca se pudo probar la
negligencia de las autoridades, pues en ese tiempo la cultura de la
protección civil, se puede decir, era nula. La cultura preventiva era
demasiado pobre, tanto como la gente que murió en las aguas del Huracán
“Liza”.
A la semana la luz fue reponiéndose en
varias zonas de la ciudad. La ayuda llegó de todas partes y el gobierno
federal en ese tiempo a cargo de Luis Echeverría Álvarez envió toneladas
de víveres. Se instaló un campamento donde se prestó ayuda a miles de
damnificados en la zona sur de la ciudad, precisamente ese campamento
dio pie a la formación de la popular y famosa colonia 8 de Octubre.
Pero el dolor de quienes perdieron a amigos y familiares en ese evento, nunca desapareció.
Yo me quedo con este relato, el más fiable y creíble para mí porque es de Gregoria Hernández… Mi señora madre, sobreviviente del Huracán Liza.
Predijo la Tragedia
Cinco años antes del “Liza”, el conocido ingeniero Sebastián Díaz
Encinas, en un lance profético con sustento científico, había advertido a
las autoridades sobre el peligro del gavión y el amplio cauce del
arroyo El Cajoncito.
Tal y como ocurre hoy en día con nuestras autoridades, la manifestación del ingeniero Díaz Encinas no fue tomada en cuenta. Fueron gritos en el desierto los de este personaje, que incomprendido se limitó a publicar en un medio de comunicación propio sus consideraciones, que adquirieron notoriedad, para desgracia, una vez ocurrida la tragedia.
El ciclón Liza enlutó miles de hogares en La Paz Baja California Sur en 1976.
La noche del 30 de septiembre de 1976 el ciclón Liza de categoría 4
golpeó a La Paz, hubiera sido un ciclón mas pero el gobierno estatal
había mal construido una represa que llevaba el nombre del “Cajoncito”
que no soportó el caudal y literalmente reventó, muchas familias recién
llegadas habían asentado sus viviendas en los cursos de los arroyos
secos, “El Cajoncito” fue uno de esos lechos de arroyos que fueron
poblados por razones políticas, el arroyo entra a la ciudad por un
costado del cerro Atravesado justo donde termina la calle 5 de Mayo y
atraviesa toda la zona nueva de camino al mar, pasa al costado del
centro comercial ubicado en Forjadores y Colosio, mismo centro donde
están ubicados los cines, se dice que cuando estaban excavando para
construir ese centro comercial aparecieron muchos esqueletos que
pertenecían a desaparecidos de cuando se desbordó el arroyo.
En su tiempo el gobierno estatal reconoció 500 y pico de muertes
cifra que mas o menos coincide con el número de cadáveres que fueron
identificados, los muertos fueron llevados al viejo estadio de béisbol
para su identificación y después fueron sepultados en inmensas fosas
comunes al fondo del panteón de los sanjuanes. Solo algunos pocos
descansan en tumbas familiares.
La imagen muestra algo que parece ser una jardinera, no se engañe es una fosa común de las seis que existen y cada una mide aproximadamente 100 metros de largo, ahí descansan los restos de las víctimas que pudieron recibir cristiana sepultura.
La imagen muestra algo que parece ser una jardinera, no se engañe es una fosa común de las seis que existen y cada una mide aproximadamente 100 metros de largo, ahí descansan los restos de las víctimas que pudieron recibir cristiana sepultura.
Nunca se sabrá cuántas personas
fallecieron la noche del 30 de septiembre de 1976. El periodista e
investigador Elino Villanueva González en su libro “El Ciclón Liza”
editado por la UABCS cita entre 2,000 y 5,000 el número de víctimas.
RELATO: EL HURACAN LIZA:
El 30 de septiembre de 1976, la Ciudad de
La Paz se despertó con el anuncio de que llegaría un huracán de nombre
Liza. La gente pensaba que las lluvias, caídas hasta el momento, ya era
el huracán, pero alrededor de las tres de la tarde fue cuando la lluvia
incrementó y los vientos no dejaron de cesar.
La gente de La Paz de antaño, cuenta que
en la noche se escuchó una detonación rumbo al muro de contención
llamado “El Cajoncito”. Dentro del caos producido por el meteoro y la
destrucción que dejaba a su paso, se dice que unas señoras llegaron
corriendo al Mercado Olachea gritando que el arroyo venía detrás de
ellas, y que a su paso iba arrastrando casas, personas y animales.
Al llegar el día de nuevo, la ciudad de
La Paz se encontró devastada. La detonación escuchada la noche anterior,
la historia oral de La Paz dice que fue la dinamita puesta por el
ejército en el muro de contención para que la corriente se fuera por
otro lado y no para donde decían las señoras. La decisión de que la
corriente pasara por la periferia trajo consigo la muerte de familias
enteras de las colonias Flores Magón, Francisco Villa, Ruiz Cortínez,
Bellavista, Los Olivos, Infonavit, Pueblo Nuevo, La Inalámbrica hasta
llegar al mar.
El gobierno Estatal reconoció quinientos y
pico de muertes, cifra que según coincide con el número de cadáveres
que fueron identificados. Los muertos sin identificar fueron llevados a
la fosa común ubicada en el viejo Estadio de béisbol. Nunca se sabrá
cuántas personas murieron en realidad la noche del 30 de septiembre de
1976. Sólo la historia oral de La Paz de antaño recuenta a las víctimas
entre dos mil a cinco mil, en aquel fatídico meteoro.
ALGUNOS COMENTARIOS EXTRAIDOS DE OTRAS FUENTES:
Hola yo tenia cinco años cuando El
huracan Lisa, mi papa era obrero en esa zona , nosotros viviamos en el
arroyo, y mis papa nos aviso que iban a dinamitar por ese lado para
salvar el centro, el apenas se dio cuenta corrio a avisar a los vecinos,
pero no le creyeron. Nosotros nos salimos a tiempo , pero perdimos a
mucha gente, todo quedo en arena y palizada. En cuanto a los muertos, mi
tia mercedes gonzalez de cota (que aun vive) y que en aquel entonces
trabajaba en una funeraria, Le toco ayudar donde recibien los cadaveres,
al principio dice que los envolvian eltela, pero se acabo pronto y
empezaron simplemente a arrojarlos por dompadas en las fosas. Ella
sostiene que contaron aproximadamente 10,000 cuerpos.yo solo se que
despues, cuando regaba la calle , el agua se resbalaba y habia grasa, mi
mama decia que era de tanto muerto. nosoytros nos quedamos un tiempo
con familiares que vivian en los olivos, y que no les paso nada grave,
aunque tambien corrio agua, palizada , muebles y algunas personas por la
calle rosales. se cayeron arboles enormes, pero las casa quedaron en
pie ahi. no por el arrollo donde yo vivia, ahi no quedo nada.
… cual presa yo iba a caminar por esos rumbos con mi familia y lo que era un muro de arena amontonada con piedras hecha para desviar el curso del agua si hubo un presupuesto para la construcción de una presa nunca llego a su destino eso señores fue genocidio si no hubiese estado ese muro dizque presa el agua no se hubiese acumulado y provocado la tragedia que ocurrío algunos deberian estar en la carcel por ello. Ya que familiares y amigos fallecieron ese dia la corrupcion y el importamadrismo fue la verdadera causa de esta tragedia. . . . Se me olvidaba decir que mienten cuando dan una cifra de 630 muertos en baja california sur y sonora , aqui en la paz fueron miles y todavia siguen apareciendo restos humanos en la zona afectada en sonora si no se y muchisima gente que fue testigo de esto no me dejara mentir .
Fotos tomadas por John Malmin / el 2 de octubre de 1976
y publicada en Los Angeles Times
Fotos tomadas por John Malmin / el 2 de octubre de 1976
Fotos tomadas por John Malmin / el 2 de octubre de 1976
y publicada en Los Angeles Times
y publicada en Los Angeles Times
ESTAS SON LAS ULTIMAS FOTOS QUE HE
CONSEGUIDO DE ESTE LAMENTABLE SUCESO . . .
SI ALGUNA PERSONA TIENE FOTOS Y DESEA QUE LAS INCLUYAMOS AQUI ENVIELAS AL CORREO navegantecalifornio02-(arroba)hotmail.com (he quitado la arroba para evitar los motores de envio de informacion no deseada a mi correo) si usted desea enviarme informacion añadale el arroba … gracias
SI ALGUNA PERSONA TIENE FOTOS Y DESEA QUE LAS INCLUYAMOS AQUI ENVIELAS AL CORREO navegantecalifornio02-(arroba)hotmail.com (he quitado la arroba para evitar los motores de envio de informacion no deseada a mi correo) si usted desea enviarme informacion añadale el arroba … gracias
CASIMIRO GARDEA OROZCO
An excellent video, taken a couple of days after the event, can be found here: http://www.youtube.com/watch?v=zbCk1_ee9AQ
ARTESANIAS LITICAS DE SUDCALIFORNIA
ARTESANO CASIMIRO GARDEA OROZCO
La cultura de los
pueblos que habitaron la península siempre ha causado un gran interés
para los antropólogos y arqueólogos, también ha despertado el interés de
la sociedad que busca conocer y comprender el cómo vivían y concebían
su espacio geográfico.
Gracias a los escritos de los misioneros
Jesuitas y Dominicos principalmente, nos ha llegado información acerca
de su modo de vestir, alimentación y algunas de sus costumbres, aunque
hay que señalar siempre con el sesgo característico de una cultura
totalmente diferente. Fue en los últimos dos siglos (1800-2000)
principalmente, cuando los investigaciones y reflexiones acerca de las
culturas indígenas que habitaron la península dieron como resultado un
mayor interés de la población por conocer y comprender de una manera más
objetiva, estas culturas que lograron con el paso de los siglos
adaptarse a un medio hostil.
Esta fascinación despertada ante el
hallazgo de algunas puntas de flecha en 1977 en sus paseos por las
cercanías de la ciudad de La Paz, especialmente durante sus caminatas
por la playa El Conchalito, hace ya más de 35 años motivo en Casimiro
Gardea Orozco, nacido en la Cd. de Chihuahua, Chih. Y avecindado en esta
ciudad desde 1975, siendo sobreviviente del Ciclón Liza en 1976, por
esta causa estando el internado en La ciudad de Los Niños y Niñas de La
Paz y siendo aprendiz de Diseñador Gráfico en la imprenta, adquirió la
costumbre de salir desde temprano los domingos a caminar por la playa . .
. durante estos paseos fue que encontró sus dos primeras puntas de
flecha completas de un tamaño aproximado a 4 pulgadas de largo en
perfecto estado, siendo que él no conocía este tipo de herramientas,
únicamente en el museo y en los libros, dichas puntas se las mostro a
una de las personas encargadas del internado que en unos de sus viajes a
Italia las llevo quedando estas en las manos de una persona que
trabajaba en uno de los museos de aquel país, de las cuales no volvió a
saber de ellas, a cambio esta persona a su regreso le obsequio un
cuchillo tallado de marfil que trajo de áfrica, a partir de ese entonces
nació en el la costumbre de cada vez que salía a caminar… buscar y
coleccionar piezas líticas, encontrando casi en su totalidad piezas
fraccionadas o quebradas y esporádicamente piezas completas, su
perseverancia le llevo a juntar más de 40 piezas completas en perfecto
estado las cuales dono en el 2012 al Museo de Antropología e Historia de
Baja California Sur para su exposición junto con un molar de camello
prehistórico que encontró frente al antiguo hotel Gran Baja.
Su labor creativa no concluyo con la
entrega de esta colección, sino que al darse cuenta de que la mayoría de
las puntas de lanza y flecha que se encontraba estaban partidas o
quebradas tal vez por el uso que se les dio al ser arrojadas contra sus
presas o a la hora de estar haciendo su percutido se le quebró al autor
original de las mismas y en base a artículos publicados en libros por
investigadores decidió realizar con la técnica de percutido algunas
puntas de flecha que después de muchos intentos logro sus primeras
replicas (por mencionarlas así pero en su caso son originales, por lo
regular ninguna pieza es igual a la otra) durante varios años estuvo
guardando estas piezas, no quedando satisfecho con esto empezó a
fabricar también hachas, después le nació la inquietud de hacerlas de
una manera más completa y comenzó a confeccionar arcos con sus flechas
haciendo los amarres con cordel de pesca, pero esto tampoco le
satisfacía y comenzó a investigar el tipo de amarres que los indios
californios usaban, leyendo el algún libro que ellos hacían lasillos
machando las raíz del cardón, choya, ocotillos y magueyes silvestres,
tratando de simular esta técnica intento buscar la manera de hacer algo
similar a los hallazgos en las excavaciones, incluso uso hoja de palma
pero no le parecía bien, hasta que en una charla en internet con un
coleccionista argentino este le dijo que en algunas culturas utilizaban
la fibra de la hoja del plátano para vendar las heridas y en algunos
caso los hilos de las hojas para hacer suturas craneales, que lo
intentara de esta manera, así lo hizo logrando lasillos muy parecidos a
los utilizados por los antiguos californios, confirmándolo después
cuando se le permitió la entrada al laboratorio del Museo de
Antropología e Historia de Baja California Sur para observar los
lasillos que ahí conservaban de un faldellín pericué hecho con
nudillos de carrizo de más de 700 años de antigüedad en cual se le
solicito les elaborara con esta técnica para colocar en un maniquí de
una mujer pericué junto con un pectoral de concha de madreperla para su compañero.
Ya logrado este paso comenzó confeccionar
arcos completos con su flechas haciendo sus amarres con esta fibra de
plátano poniendo mango a las hachas haciendo los amarres con esta fibra,
logrando de esta manera piezas que envidiaría cualquier coleccionista
de armas antiguas y así consiguió hacer su primera pequeña exposición
durante el mes de mayo al mes de agosto de 2013 en Centro de Artes
Tradiciones y Culturas Populares de Baja California sur.
Casimiro Gardea Orozco presento esta serie
de objetos con la finalidad de que las personas obtengan una imagen de
cómo eran utilizados y la importancia que tenían para las culturas de
los indígenas californios dedicados principalmente a la caza y
recolección de frutos y semillas. Además esta piezas son concebidas por
el autor como una artesanía diferente tal vez, pero no menos
importante al ser hechos con enorme destreza y habilidad..
Reconocemos la constante labor de este
artesano que nos ofrece una interesante visión de la cultura de los
antiguos californios, esperando que hayan disfrutado de esta muestra del
talento y creativad de este Sudcaliforniano por adopción.
EXPOSICION ARTE LITICO
DE SUDCALIFORNIA
CENTRO DE ARTES POPULARES
DE BAJA CALIFORNIA SUR
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
HACHAS, ARPONES, PUNTAS DE FLECHA,
CUCHILLOS, ACCESORIOS, ETC.
REPLICA DE FALDILLIN PERICUE
HACHAS, ARPONES, PUNTAS DE FLECHA,
CUCHILLOS, ACCESORIOS, ETC.
HACHAS, ARPONES, PUNTAS DE FLECHA,
CUCHILLOS, ACCESORIOS, ETC.
HACHAS, ARPONES, PUNTAS DE FLECHA,
CUCHILLOS, ACCESORIOS, ETC.
CUCHILLOS, ACCESORIOS, ETC.
CASIMIRO GARDEA OROZCO
EN LAS OFICINAS DE CANAL 8
PARA UNA ENTREVISTA
EN EL PROGRAMA CON SENTIDO
EN LAS OFICINAS DE CANAL 8
PARA UNA ENTREVISTA
EN EL PROGRAMA CON SENTIDO
Hoy sus piezas están a la venta en:
La Casa del Artesano Sudcaliforniano
Parque Cuauhtémoc Bravo y Mutualismo Frente al Malecón
La Casa del Artesano Sudcaliforniano
Parque Cuauhtémoc Bravo y Mutualismo Frente al Malecón
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
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