jueves, 1 de octubre de 2015

El jefe Seattle y el valor de las tradiciones



El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una “reservación” para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.


El texto de la respuesta del Jefe Seattle se ha considerado, a lo largo del tiempo, como una de los más bellos pronunciamientos con respecto a la importancia de las tradiciones.

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestra TIERRA.



¿Cómo puede comprarse o venderse el cielo, el calor de la tierra? Esa idea es extraña a nosotros. Si no poseemos la frescura del aire o el brillo del agua, ¿cómo podríamos venderlos? Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo.



Cada rama, cada puñado de arena del desierto, cada sombra de un árbol, cada una de estas cosas es sagrada para la memoria de mi pueblo.


Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan estas montañas y valles, pues así es el rostro de nuestra Madre. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros.


Las flores son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, la gran águila son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de la campiña, el calor del cuerpo del potro y del hombre, todo pertenece a la misma familia.



Por lo tanto, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros.

El Gran Jefe dice que nos va a ubicar en un lugar donde podremos vivir felices. Ese será nuestro país y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra.


Pero ello no será fácil, porque esa agua brillante que corre por los riachos no es simplemente agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si le vendiéramos la tierra, podrían olvidar que el murmullo de las aguas es la voz de nuestros ancestros, y la memoria de todo lo que ocurrió mientras vivimos aquí.


Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Un pedazo de tierra, para él, tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que viene de noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana, sino una mujer atrayente, y cuando la conquista, prosigue su camino.


Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se siente mal. Retira de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa. La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo, como cosas o adornos de colores. Su apetito devorará a la tierra, dejando nada más que un desierto.Yo sé ahora que nuestras costumbres son diferentes a las de ustedes. 


La visión de sus ciudades hiere los ojos del piel roja.
Tal vez sea porque el indio es un salvaje y no comprende.


No encuentra un lugar tranquilo en la ciudad del hombre blanco.
Ningún lugar donde puedan abrirse y florecer las hojas de la primavera
o el batir de las alas de un insecto.


El ruido parece que únicamente insulta a los oídos.
¿Y qué queda de la vida si un hombre no puede oír
el coro solitario de un ave o la discusión de los sapos alrededor
de una laguna, por la noche? Si todos los animales se fueran
el hombre moriría de una gran soledad de espíritu.
Pues lo que ocurre con los animales, también acontece
con el hombre. Todo está relacionado.


Todo lo que acontece en la tierra, le acontecerá a los hijos de la tierra.
Si los hombres escupen el suelo, están escupiéndose a sí mismos.
Sabemos esto: la tierra no le pertenece al hombre, el hombre pertenece
a la tierra. El hombre no tramó el tejido de la vida; él es simplemente
uno de sus hilos. Todo lo que le haga el tejido, se lo hará a sí mismo.
Tampoco el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él de amigo a amigo,
puede huir de esta realidad. De una cosa estamos seguros:
Nuestro Dios es el mismo Dios de él. La tierra Le es preciosa,
y herirla es despreciar al Creador.

Es el final de la vida y el inicio de la supervivencia.


Paulo Coelho

Jefe Seattle
La única foto conocida del Jefe Seattle, hecha en los años 1860
cuando se acercaba a sus 80 años de edad.
Nacimiento 1786 Blake Island
Fallecimiento 7 de junio de 1866

 

ARTESANIAS LITICAS DE SUDCALIFORNIA  / ARTESANO CASIMIRO GARDEA OROZCO

La cultura de los pueblos que habitaron la península siempre ha causado un gran interés para los antropólogos y arqueólogos, también ha despertado el interés de la sociedad  que busca conocer y comprender el cómo vivían y concebían su espacio geográfico.

PUNTAS DE FLECHA COREL 12 5

Gracias a los escritos de los misioneros Jesuitas y Dominicos principalmente, nos ha llegado información acerca de su modo de vestir, alimentación y algunas de sus costumbres, aunque hay que señalar siempre con el sesgo característico de una cultura totalmente diferente. Fue en los últimos dos siglos (1800-2000) principalmente, cuando los investigaciones y reflexiones acerca de las culturas indígenas que habitaron la península dieron como resultado un mayor interés de la población por conocer y comprender de una manera más objetiva, estas culturas que lograron con el paso de los siglos adaptarse a un medio hostil.

Esta fascinación despertada ante el hallazgo de algunas puntas de flecha en 1977 en sus paseos por las cercanías de la ciudad de La Paz, especialmente durante sus caminatas por la playa El Conchalito, hace ya más de 35 años motivo en Casimiro Gardea Orozco, nacido en la Cd. de Chihuahua, Chih. Y avecindado en esta ciudad desde 1975, siendo sobreviviente del Ciclón Liza en 1976, por esta causa estando el internado en La ciudad de Los Niños y Niñas de La Paz y siendo aprendiz de Diseñador Gráfico en la imprenta, adquirió la costumbre de salir desde temprano los domingos a caminar por la playa . . .  durante estos paseos fue que encontró sus dos primeras puntas de flecha completas de un  tamaño aproximado a 4 pulgadas de largo en perfecto estado, siendo que él no conocía este tipo de herramientas, únicamente en el museo y en los libros,  dichas puntas se las mostro a una de las personas encargadas del internado que en unos de sus viajes a Italia las llevo quedando estas en las manos de una persona que trabajaba en uno de los museos de aquel país, de las cuales no volvió a saber de ellas, a cambio esta persona a su regreso le obsequio un cuchillo tallado de marfil que trajo de áfrica, a partir de ese entonces nació en el la costumbre de cada vez que salía a caminar… buscar y coleccionar piezas líticas, encontrando casi en su totalidad piezas fraccionadas o quebradas y esporádicamente piezas completas, su perseverancia le llevo a juntar más de 40 piezas completas en perfecto estado las cuales dono en el 2012 al Museo de Antropología e Historia de Baja California Sur para su exposición junto con un molar de camello prehistórico que encontró frente al antiguo hotel Gran Baja.

Su labor creativa no concluyo con la entrega de esta colección, sino que al darse cuenta de que la mayoría de las puntas de lanza y flecha que se encontraba estaban partidas o quebradas tal vez por el uso que se les dio al ser arrojadas contra sus presas o a la hora de estar haciendo su percutido se le quebró al autor original de las mismas y en base a artículos publicados en libros por investigadores decidió realizar con la técnica de percutido algunas puntas de flecha que después de muchos intentos logro sus primeras replicas (por mencionarlas así pero en su caso son originales, por lo regular ninguna pieza es igual a la otra) durante varios años estuvo guardando estas piezas, no quedando satisfecho con esto empezó a fabricar también hachas, después le nació la inquietud de hacerlas de una manera más completa y comenzó a confeccionar arcos con sus flechas haciendo los amarres con cordel de pesca, pero esto tampoco le satisfacía y comenzó a investigar el tipo de amarres que los indios californios usaban, leyendo el algún libro que ellos hacían lasillos machando las raíz del cardón, choya, ocotillos y magueyes silvestres, tratando de simular esta técnica intento buscar la manera de hacer algo similar a los hallazgos en las excavaciones, incluso uso hoja de palma pero no le parecía bien, hasta que en una charla en internet con un coleccionista argentino este le dijo que en algunas culturas utilizaban la fibra de la hoja del plátano para vendar las heridas y en algunos caso los hilos de las hojas para hacer suturas craneales, que lo intentara de esta manera, así lo hizo logrando lasillos muy parecidos a los utilizados por los antiguos californios, confirmándolo después cuando se le permitió la entrada al laboratorio del Museo de Antropología e Historia de Baja California Sur para observar los lasillos que ahí conservaban de un faldellín pericué hecho con nudillos de carrizo de más de 700 años de antigüedad en cual se le solicito les elaborara con esta técnica para colocar en un maniquí de una mujer pericué  junto con un pectoral de concha de madreperla para su compañero.

Ya logrado este paso comenzó confeccionar arcos completos con su flechas haciendo sus amarres con esta fibra de plátano poniendo mango a las hachas haciendo los amarres con esta fibra, logrando de esta manera piezas que envidiaría cualquier coleccionista de armas antiguas y así consiguió hacer su primera pequeña exposición en Centro de Artes Tradiciones y Culturas Populares de Baja California sur.
Casimiro Gardea Orozco presento esta serie de objetos con la finalidad de que las personas obtengan una imagen de cómo eran utilizados y la importancia que tenían para las culturas de los indígenas californios dedicados principalmente a la caza y recolección de frutos y semillas. Además esta piezas son concebidas por el autor como una artesanía diferente tal vez, pero no menos importante al ser hechos con enorme destreza y habilidad..

Reconocemos la constante labor de este artesano que nos ofrece una interesante visión de la cultura de los antiguos californios, esperando que hayan disfrutado de esta muestra del talento y creativad de este Sudcaliforniano por adopción.

Hoy sus piezas están a la venta en:
 La Casa del Artesano Sudcaliforniano


LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
Parque Cuauhtémoc   Bravo y Mutualismo Frente al Malecón

CASA DEL ARTESANO SUDCALIFORNIANO 005 

LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR

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