Atlatl : arma prehistorica utilizada por los antiguos californios
Un átlatl (del Náhuatl: ahtlatl,) o “tirador de lanzas” es una herramienta que sostiene proyectiles (como dardos y lanzas) y contiene una base en la que almacena energía y la utiliza para imprimir gran velocidad al momento de lanzarlos. Consiste en un eje con soporte en el que coloca la parte posterior del proyectil (propiamente llamado dardo).
PUNTAS DE FLECHA Y ATLATS
UTILIZADOS POR LOS ANTIGUOS CALIFORNIOS
EN BAJA CALIFORNIA SUR
(MUSEO DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA
DE BAJA CALIFORNIA SUR )
Se sostiene del extremo opuesto a la punta y el dardo se catapulta mediante la acción de la parte alta del brazo y la muñeca. Un átlatl puede imprimir al dardo velocidades superiores a los 100 Km/hr y alcanzar distancias superiores a los 100m.
Los dardos de madera son conocidos, al menos, desde el Paleolítico Medio. Mientras que un átlatl es capaz de lanzar un dardo a más de 100 metros de distancia, su rango de precisión oscila alrededor de los 20 metros o menos. Se cree que el átlatl ha sido usado por el Homo Sapiens desde el Paleolítico Superior (15,500 AC). El ejemplo más antiguo es una pieza que data de hace 27,000 años. Es un átlatl hecho de la cornamenta de un ciervo y fue hallada en Francia.
En europa, el átlatl fue remplazado por el arco y la flecha en el Paleolítico Superior.
El átlatl también fue usado por los antiguos habitantes de lo que hoy es el continente americano. Al parecer fue introducido durante la migración a través del Estrecho de Bering y, a pesar de la posterior introducción del arco, el uso del átlatl era bastante amplio al tiempo que llegaron los colonizadores europeos. Completos lanzadores de dardos hechos de madera han sido encontrados en regiones secas de oeste de los Estados Unidos y en las zonas húmedas de Florida y Washington.
La gente de Nueva Guinea y los aborígenes australianos también utilizaban lanzadores de dardos. Los lanzadores originales de Australia son conocidos como “Woomeras”.
Hace más de 12,000 años, cazadores que rastreaban manadas del último glaciar a través de la tundra de lo que ahora es Alaska se convirtieron en los primeros migrantes en poblar el continente norteamericano. Estos cazadores-recolectores trajeron con ellos un arma que reinó como suprema entre ellos y sus descendientes durante miles de años.¡El átlatl! Fue la primer verdadero sistema que desarrolló el hombre para usarlo como arma. Originado en europa hace casi 30,000 años se extendió hasta cada punto del mundo que fue ocupado por humanos. De hecho, el átlatl y el dardo fureon utilizados y mejorados durante tanto tiempo que el arco y la flecha podrían considerarse intstrumentos desarrollos recientes en la tecnología de proyectiles. Tal era el poder y la efectividad del átlatl que algunos científicos especulan que este instrumento junto con la caza desmedida propia del ser humano, causaron la extinción del mamut lanoso en américa del norte antes de los glaciares.
Aunque fue ampliamente remplazado por el arco y la flecha durante la era de cristo, el átlatl seguía siendo usado por las tribus nativas de américa del norte durante los años de la conquista . Cuando Colón encontró a los nativos utilizando el átlatl durante sus viajes al nuevo mundo, los europeos , que tenían tiempo de haber olvidado esta arma, volvieron a familiarizarse con ella.
Los Aztecas preferían el átlatl como un arma de guerra. De hecho, el átlatl y el dardo eran las únicas armas a las que Cortes y los conquistadores temían por su capacidad de perforar sus armaduras. Si Moctezuma no hubiera confundido a Cortes con el Dios Quetzalcóatl, la historia pudo haber sido muy diferente ya que los 200 hombres con los que arribó Cortes durante su primer viaje habrían sido fácilmente superados por los Aztecas.
Se sostiene del extremo opuesto a la punta y el dardo se catapulta mediante la acción de la parte alta del brazo y la muñeca. Un átlatl puede imprimir al dardo velocidades superiores a los 100 Km/hr y alcanzar distancias superiores a los 100m.
GALERIA DE IMAGENES DE ATLATLS
EL ATLATL O PROPULSOR EN AMERICA
AMÉRICA DEL NORTE
Durante la última glaciación americana la acumulación de hielo hizo bajar el nivel de los mares, dejando abierto un puente natural entre Asia y América por el estrecho de Bering. Por allí tendría lugar la migración de cazadores paleolíticos asiáticos, que irían poblando América durante milenios. Al final de la glaciación, hacia el año 8.000 a.C., el agua cubrió de nuevo el paso y los hombres del continente americano quedaron aislados, siguiendo su propia evolución cultural, distinta del resto del mundo.
El arma que aquellos primeros pobladores habían llevado consigo persiguiendo las grandes manadas de animales, era todavía el propulsor de azagayas. El arco no se había inventado aún y en la América aislada tardaría mucho tiempo en aparecer, posiblemente hacia el cambio de Era. Así, el propulsor, tuvo tiempo suficiente para experimentar un extraordinario desarrollo y afinamiento, superior al de cualquier otro país y época. Desde América del Norte se propagó hacia el resto del continente americano, convirtiéndose en el arma por excelencia en algunas regiones y perdurando hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI.
En América del norte su presencia e importancia se atestigua por la abundancia de puntas líticas encontradas en muchas zonas, correspondientes a diferentes culturas a lo largo del tiempo.
Pero además se han encontrado numerosos especímenes originales, conservados en enterramientos en cuevas en diferentes partes del país. Su antigüedad más frecuente oscila alrededor de los 2.000 años, pero también han aparecido ejemplares mucho más antiguos.
El ejemplar representado abajo es un tipo frecuente, que contiene ya todos los grados de sofisticación a que llegó este arma en Norteamérica.
Obsérvese la extraordinaria delgadez del ejemplar, de aproximadamente 0,5 cm, lo que le dotaba de flexibilidad en el lanzamiento. Ello, unido a la propia flexibilidad del dardo, que podía alcanzar una longitud de 1,80 cm o más, con un diámetro no superior a 1 cm, confería al conjunto propulsor-dardo las características de un mecanismo sumamente elástico, que absorbía perfectamente el impulso del lanzamiento, almacenándolo como un resorte, y luego lo liberaba haciendo “saltar” al dardo en dirección del objetivo. El principal papel en este mecanismo correspondía al dardo y su extraordinaria flexibilidad, pero el propulsor añadía eficazmente la suya siempre que estuviese bien armonizada con la del primero. El dardo tenía que recibir la recuperación del propulsor en el mismo instante en que se producía la suya. Este extraordinario “afinamiento” del propulsor se conseguía mediante unos contrapesos que modificaban las características de flexibilidad del propulsor. La posición de los contrapesos se tanteaba hasta conseguir la posición óptima. Los contrapesos podían ser de múltiples formas, añadiendo a la anterior diferentes funcionalidades, como la de equilibrar el conjunto propulsor dardo sobre la posición de la mano, de manera que esta no tuviese que realizar esfuerzos para mantener la horizontalidad del dardo en situaciones de espera de disparo. Otros contrapesos, de diseño amplio, añadían la función de silenciador, eliminando el zumbido característico del propulsor en el disparo, lo que era de vital importancia en los lances de caza.
El ejemplar mostrado tiene una longitud, bastante frecuente, de unos 60 cm y una anchura de 2.5 cm. El extremo de apoyo del dardo es mixto, presentando un rebaje hembra y dentro un saliente macho donde encajaría el hueco del extremo del dardo. Es también muy característico los bucles o agarraderos para los dedos índice y medio, situados por encima de la empuñadura. Así se evitaba el escape accidental del propulsor en el lanzamiento.
Otros diseños de propulsores norteamericanos son los ejemplares arqueológicos mostrados a continuación:
Se observan distintas soluciones para el agarradero de los dedos y distintas formas de contrapesos.
De los dardos no se conservan especímenes completos de los que tomar su longitud y composición, que puede deducirse sin embargo del magnífico petroglifo hallado en el Valle del Fuego, en Las Vegas, en el que se observa además del diseño perfecto del propulsor, un dardo de gran longitud, dotado de emplume.
CENTRO Y SUDAMÉRICA
El atlatl (nombre original azteca), estólica o lanzadera (nombres españoles utilizados por los conquistadores), son nombres que designan al propulsor usado en estas áreas. Se usó fundamentalmente en mesoamérica, Colombia y algunas zonas de Perú.
Fue el arma por excelencia de los aztecas. En las representaciones mostradas a continuación, las tres de la izquierda están basadas en esculturas aztecas, y en ellas se aprecia el corto propulsor profusamente decorado con plumas, en consonancia con los aparatosos vestidos aztecas; el método de sujeción se basa en agujeros para introducir los dedos.
El apoyo del dardo es mixto. Se aprecia también un haz de largos dardos dotados de emplume, que no parece el típico de las flechas de arco, sino una especie de cucurucho alrededor del extremo del dardo.
En la figura de la derecha se representa el símbolo de guerra azteca, según el “códice de Mendoza”; se aprecia en ella una panoplia compuesta por escudo con conchas, dardos con punta de sílex y un especial emplume. Por encima del escudo sobresale la empuñadura del propulsor, dotada de dos agujeros para los dedos. En español figura la leyenda “instrumentos de guerra”. En el centro, un detalle central de un famoso códice mixteca muestra el personaje que porta el haz de dardos y el atlatl.
Con este arma causaron múltiples problemas a los conquistadores españoles, pues era capaz de atravesar las cotas de malla de los soldados.
En Perú se usó también por diferentes culturas indígenas y finalmente por el ejército inca. Solía estar formado por un bastón o vara circular dotada de uno o dos ganchos. Uno, para el acoplamiento del dardo, y otro, en el extremo opuesto, era un apoyo para posicionarlo sujetando con el dedo índice sobre él.
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Hay ejemplares arqueológicos muy elaborados, con ganchos de hueso, piedra e incluso moldeados en metal y recubiertos con oro. Los ganchos pueden representar figuras zoomorfas y antropomorfas.
Es en pueblos aborígenes actuales de Mesoamérica donde se han podido encontrar especímenes de propulsor conservados, ya que han seguido usando el arma desde tiempos ancestrales hasta casi el presente, como veremos en otro apartado.
El siguiente propulsor es de Tarascan, Mexico.
Obsérvense los dos agujeros para la introducción de los dedos, lo que permite un buen agarre, y el extremo macho-hembra, con un puntero tallado sobre la canaleta que se prolonga a todo lo largo del instrumento.
ARTESANIAS LITICAS DE SUDCALIFORNIA / ARTESANO CASIMIRO GARDEA OROZCO
La cultura de los pueblos que habitaron la península siempre ha causado un gran interés para los antropólogos y arqueólogos, también ha despertado el interés de la sociedad que busca conocer y comprender el cómo vivían y concebían su espacio geográfico.
Gracias a los escritos de los misioneros Jesuitas y Dominicos principalmente, nos ha llegado información acerca de su modo de vestir, alimentación y algunas de sus costumbres, aunque hay que señalar siempre con el sesgo característico de una cultura totalmente diferente. Fue en los últimos dos siglos (1800-2000) principalmente, cuando los investigaciones y reflexiones acerca de las culturas indígenas que habitaron la península dieron como resultado un mayor interés de la población por conocer y comprender de una manera más objetiva, estas culturas que lograron con el paso de los siglos adaptarse a un medio hostil.
Esta fascinación despertada ante el hallazgo de algunas puntas de flecha en 1977 en sus paseos por las cercanías de la ciudad de La Paz, especialmente durante sus caminatas por la playa El Conchalito, hace ya más de 35 años motivo en Casimiro Gardea Orozco, nacido en la Cd. de Chihuahua, Chih. Y avecindado en esta ciudad desde 1975, siendo sobreviviente del Ciclón Liza en 1976, por esta causa estando el internado en La ciudad de Los Niños y Niñas de La Paz y siendo aprendiz de Diseñador Gráfico en la imprenta, adquirió la costumbre de salir desde temprano los domingos a caminar por la playa . . . durante estos paseos fue que encontró sus dos primeras puntas de flecha completas de un tamaño aproximado a 4 pulgadas de largo en perfecto estado, siendo que él no conocía este tipo de herramientas, únicamente en el museo y en los libros, dichas puntas se las mostro a una de las personas encargadas del internado que en unos de sus viajes a Italia las llevo quedando estas en las manos de una persona que trabajaba en uno de los museos de aquel país, de las cuales no volvió a saber de ellas, a cambio esta persona a su regreso le obsequio un cuchillo tallado de marfil que trajo de áfrica, a partir de ese entonces nació en el la costumbre de cada vez que salía a caminar… buscar y coleccionar piezas líticas, encontrando casi en su totalidad piezas fraccionadas o quebradas y esporádicamente piezas completas, su perseverancia le llevo a juntar más de 40 piezas completas en perfecto estado las cuales dono en el 2012 al Museo de Antropología e Historia de Baja California Sur para su exposición junto con un molar de camello prehistórico que encontró frente al antiguo hotel Gran Baja.
Su labor creativa no concluyo con la entrega de esta colección, sino que al darse cuenta de que la mayoría de las puntas de lanza y flecha que se encontraba estaban partidas o quebradas tal vez por el uso que se les dio al ser arrojadas contra sus presas o a la hora de estar haciendo su percutido se le quebró al autor original de las mismas y en base a artículos publicados en libros por investigadores decidió realizar con la técnica de percutido algunas puntas de flecha que después de muchos intentos logro sus primeras replicas (por mencionarlas así pero en su caso son originales, por lo regular ninguna pieza es igual a la otra) durante varios años estuvo guardando estas piezas, no quedando satisfecho con esto empezó a fabricar también hachas, después le nació la inquietud de hacerlas de una manera más completa y comenzó a confeccionar arcos con sus flechas haciendo los amarres con cordel de pesca, pero esto tampoco le satisfacía y comenzó a investigar el tipo de amarres que los indios californios usaban, leyendo el algún libro que ellos hacían lasillos machando las raíz del cardón, choya, ocotillos y magueyes silvestres, tratando de simular esta técnica intento buscar la manera de hacer algo similar a los hallazgos en las excavaciones, incluso uso hoja de palma pero no le parecía bien, hasta que en una charla en internet con un coleccionista argentino este le dijo que en algunas culturas utilizaban la fibra de la hoja del plátano para vendar las heridas y en algunos caso los hilos de las hojas para hacer suturas craneales, que lo intentara de esta manera, así lo hizo logrando lasillos muy parecidos a los utilizados por los antiguos californios, confirmándolo después cuando se le permitió la entrada al laboratorio del Museo de Antropología e Historia de Baja California Sur para observar los lasillos que ahí conservaban de un faldellín pericué hecho con nudillos de carrizo de más de 700 años de antigüedad en cual se le solicito les elaborara con esta técnica para colocar en un maniquí de una mujer pericué junto con un pectoral de concha de madreperla para su compañero.
Ya logrado este paso comenzó confeccionar arcos completos con su flechas haciendo sus amarres con esta fibra de plátano poniendo mango a las hachas haciendo los amarres con esta fibra, logrando de esta manera piezas que envidiaría cualquier coleccionista de armas antiguas y así consiguió hacer su primera pequeña exposición durante el mes de mayo al mes de agosto de 2013 en Centro de Artes Tradiciones y Culturas Populares de Baja California sur.
Casimiro Gardea Orozco presento esta serie de objetos con la finalidad de que las personas obtengan una imagen de cómo eran utilizados y la importancia que tenían para las culturas de los indígenas californios dedicados principalmente a la caza y recolección de frutos y semillas. Además esta piezas son concebidas por el autor como una artesanía diferente tal vez, pero no menos importante al ser hechos con enorme destreza y habilidad..
Reconocemos la constante labor de este artesano que nos ofrece una interesante visión de la cultura de los antiguos californios, esperando que hayan disfrutado de esta muestra del talento y creativad de este Sudcaliforniano por adopción.
Hoy sus piezas están a la venta en:
La Casa del Artesano Sudcaliforniano
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
Parque Cuauhtémoc Bravo y Mutualismo Frente al Malecón
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR